23/5/08

23 DE MAYO DE 1926

Memorias

Mi madre duerme

No sé si la lluvia
habitará su casa de hoy
o si nos encontrará
jugando en el jardín

La memoria detrás del sueño
nos cobija a los dos
mientras la lluvia cae

impedida de borrar
lo que no puede morir


Este poema está incluido en el número 2 de el espiniyo / invierno 2005. Dedicado a mi madre que nació en City Bell un 23 de mayo de 1926.

CONCEPCIÓN BERTONE: Un certero golpe en la cabeza del silencio

Un certero golpe en la cabeza del silencio:
La poesía de José María Pallaoro

Por Concepción Bertone (*)

En el poema titulado Saberes, de su libro “Son dos los que danzan”, José Maria Pallaoro dice: “sé que soy/ la garra en la puerta/ de la jaula/ y soy el pájaro/ que se queda/ en un rincón/ sin querer salir”. Ser el pájaro o la pantera de Rilke encerrados en la cabeza y el corazón, es la pura razón de la escritura, la única apertura de la reja. Desde allí escribe el poeta platense, desde ese sentimiento que el cuerpo reconoce como encierro y liberación, y que acepta con Barthes los “saberes” que son la condición de la escritura: “Saber que no escribimos para otro, que esas cosas que voy a escribir nunca harán que me ame quien yo amo, saber que la escritura no compensa nada, que no sublima nada, que está precisamente donde tú no estás”. Tal es su comienzo. Tal su finalidad. La entrega y el despojo de un poeta que trata de anteponer ante todo su don de amor en el hecho poético como en la vida y que por eso preexiste ese hecho poético, porque alguien lo varía en el estilo que está más allá de la literatura, pero estrechamente unido al ser que se es.
De allí deviene una palabra clarísima que se sumerge en su mitología personal, una palabra nítida en la que está todo ofrecido, entregado y tendido en la reticencia sin reticencias: “no me despojo/ de lo que más/ quiero/ sino que/ lo que quiero/ se despoja de mí/ luna/ que en la noche/ callas”. Y esa luna callada que no es para el poeta ni para nosotros una reminiscencia, ni un resabio de felicidad o dolor de algunos momentos, sino suya y nuestra noción de todas las lunas vividas que se funde con la noción de todas las lunas vividas por otros seres. Luna que deja de ser El símbolo de una percepción personal, de una noción particular, para convertirse en el símbolo de un símbolo. Esa silenciosa luna de Pallaoro se torna un significante aislado del idioma y caudal afectivo que se forma en su forma de relacionar las palabras, en esa “hipofìsica” de su palabra donde nos ubica en el tema, en la intimidad de su texto, en la textura de su ideología, en la ventura de su libertad.
En ese lugar, vemos cómo sus recuerdos y sus vivencias confieren a su poesía su materia, mientras la ironía objetiva la visión poética, volviéndose un valor ético y estético, una vía y un aval de comunicabilidad. Y la figura retórica de la ironía, entendida como una postura de pensamiento que va desde el absurdo, como respuesta a la conciencia del vacío existencial, hasta el distanciamiento irónico del yo, en esa posibilidad que ofrece la palabra poética: “No entiende de colores/ confunde el encarnado con la lealtad/ lo racional con la esperanza/ y la pureza con la obscenidad/ No entiende de colores/ por eso pinta”.
El deseo y el Eros hacen lo suyo. La muerte se revierte en otra vida. La herida deja su cicatriz. La piel la acepta. La hace suya. Así Pallaoro llega al concepto de Barthes: el texto es el texto, es el goce comprendiendo el propio cuerpo como escritura. Esta escritura suya que se sitúa en otra realidad, la que resultó de la experiencia del vacío que nos rodea; la realidad más verdadera que da vida al lenguaje y que se nutre de materia gris, del pensamiento: “para saltar sin tiempo/ y violentamente perdido/ hacia otras formas”. “Hacia ese certero golpe en la cabeza del silencio”.

(*) Concepción Bertone nació en Rosario el 23 de abril de 1947. Publicó cuatro libros de poemas: De la piel hacia adentro, 1973; El vuelo inmóvil, Ediciones La Cachimba, 1983; Citas, Ediciones bajo la luna, 1993; Aria Da Capo, Ediciones del Dock y Revista La Guacha, 2006. Realizó Las Cuarenta. Poetas Santafesinas 1922-1981, antología que reúne a tres generaciones de poetas mujeres vivas. La poesía de Bertone está antologada en el país y en el exterior, y traducida a varios idiomas. POEMA: ARIA DA CAPO, Edic. del Dock / La Guacha, 2005. FOTO: Revista de Poesía La Guacha, Nº 21, 2005.

17/5/08

TODA LA RAZÓN DEL MUNDO

Toda la razón del mundo

Ella dice que está en todas partes.
En la cola de un banco, si uno sabe ver, ella está.
En el vagón de un tren de puertas y ventanas inexistentes, ella está.
En los hospitales y salitas de la ciudad. En las canchas de fútbol. En las góndolas de los hipermercados. En las marchas y en las plazas. En los parques ecológicos y en las fábricas que no tiran humo porque están cerradas.

Ella afirma, completamente convencida, que como Dios, está en todas partes.
Yo no sé qué decirle, solo atino a balbucear sin demasiada convicción que hace ya mucho, mucho tiempo, alguien proclamó la muerte de Dios.
Ella sonríe, y en un tono entre burlón y cariñoso me dice que deje de pensar en esas cosas y no hable más pavadas.

Pero es ella la que sigue hablando, ahora con un caramelo en la boca. No entiendo nada de lo que dice, pero para no ofuscarla, cada tanto afirmo con la cabeza.
Mi cabeza, además de ese ademán, piensa en lo hermoso que sería que los dos, en vez de habitar el encierro de esta oscura habitación (donde casi nunca nos encontramos), pudiéramos estar caminando por el parque, pisando las hojas secas, en silencio. Observando los árboles y los pájaros, o ese avión que va dejando una estela en el cielo.

Antes de atragantarse con el caramelo, y como último suspiro, le oigo (en realidad interpreto) decir “…ahí también estoy”. Yo vuelvo a afirmar con un movimiento vertical de cabeza y le digo que tiene toda la razón del mundo. ee


En memoria del padre Carlitos Cajade.
Hasta siempre, compañero.

IRINA BOGDASCHEVSKI: Poesía de José María Pallaoro

Poesía de José María Pallaoro

por Irina Bogdaschevski

Todo poeta percibe con agudeza la realidad que le rodea, la siente como un acontecimiento enorme y a sí mismo como su centro. Cualquier más pequeño fragmento de este panorama que gira alrededor de él, - tiene para éste una importancia inmensa y ese juego eterno de los fragmentos, con su penetrante impulso puede en cualquier momento hacerle feliz o desdichado. Y todo eso no está en condiciones de vivirlo callado. El poeta está hecho de tal manera, que las cosas aparentemente comunes lo estremecen y los estremecimientos, casi sin su voluntad, se reorganizan en él, haciéndose lenguaje concentrado.
Esto puede llamarse la fisiología de la poética, pero también existe su metafísica. Al poeta lo persiguen las ilusiones, como si fuesen las descargas de la electricidad universal de las que se estremece el corazón, como si tuviesen alguna comunicación en clave que está dirigida a todos, pero que sólo el poeta puede leer y descifrar. El universo, que le ha tocado en suerte, está ansioso de que su sentido misterioso fuese expresado por la voz del poeta, por sus palabras. Esta, quizás, es la única chance para el universo de ser comprendido.
El recurso metafísico de José Maria Pallaoro es la profunda y maravillosa melancolía que colorea intensamente el recuerdo desangelado de los vuelos que tanto añoran siempre los humanos. Eso le hace volver todo el tiempo a la imagen del pájaro, su “alter ego”, de ese ser frágil, pero libre de subir las alturas envidiables. Le hace sentir al poeta una admiración por las extrañas propiedades del tiempo: por su paso lento, muy lento o aceleradísimo según la envergadura de las alas. Y el poeta se estremece también al percibir con mayor agudeza que cualquier otro ser humano el pausado goteo de la entropía, que a pesar de todos los esfuerzos de la humanidad por aparentar que nada está sucediendo, sigue su paulatino trabajo destructivo.
La causa de todas estas emociones es siempre aquella que palpita en lo profundo de todo don poético: una sensibilidad excesiva con respecto a la vida, al amor, a la muerte.

PALLAORO: ALGUNOS COMENTARIOS

PÁJAROS CUBIERTOS DE CENIZA (Poemas, 1982-1990) / José María Pallaoro / de la talita dorada, 1999 / 84 pág.

Poesía la de José María Pallaoro que cumple con el difícil ritual del silencio, un silencio expresivo que el poeta sugiere en elipsis, pausas y cesuras para conjurar vacíos, palabras que nombran sueños, sustancias y nombres propios. Intimista pero coloquial, el autor recupera voces contaminantes, delicadas y extremas, para con un cuchillo made in brazil cortar la naranja de ombligo y hablar de amor, de un corazón partido en dos. Si a esto sumamos la síntesis, el feliz deslumbramiento de ciertas formas concisas (“para cuando el pájaro / haya decidido salir de la jaula / el cielo se habrá desvanecido”), así como el cruce poético de sensaciones con estructuras y formas más extensas, no cabe duda que este segundo libro de Pallaoro (el primero fue “El viaje circular”) confirma una voz tan particular como decantada. Registros de sabias lecturas (por aquí bailan W. C. W., el Paco Urondo, Trejo y Lamborghini), además de una poética en curso alimentan a estos papeles como pájaros que cuentan de memorias, músicas del alma y ángeles en la cocina, lavando la lechuga o danzando al compás de una boca.

Gabriel Báñez, Diario EL DÍA, La Plata, domingo 4 de junio de 2000


Son dos los que danzan / José María Pallaoro / Libros de la talita dorada, 2005 / 64 pág.

Al natural, la poesía de José María Pallaoro revela la intensidad de la palabra en busca de pájaros para la memoria, alas para mejorar oportunidades, vuelos para dibujar la momentánea transparencia del mundo, silbidos de aves dentro o fuera de la memoria que es también casa y continente. En este tercer libro publicado, “Son dos los que danzan”, Pallaoro reafirma su mejor expresión lírica y lo hace con ímpetu, librando a los sentidos el desciframiento de un mensaje que se nutre de claridades, soles, saberes y colibríes. Junto a la naturaleza impostergable, el poeta anuda su palabra. Es simbiosis vital la que expresa y su canto anuncia un lenguaje sensible, en armonía y lealtad con la esencia de una poesía que también sabe medirse en rotundos silencios. Un expresivo acrílico del Maestro Alzugaray (“Sin azul”) enmarca la portada de este bello libro. FOTO: AJB, presentación espiniyo 5/6. Parados: Miruh Almeida, Margarita Torres y Martín Luna. Sentados: I.B. y JMP

Diario EL DÍA, 6 de noviembre de 2005

**

Son dos los que danzan / José María Pallaoro / Libros de la talita dorada, 2005

Un poeta de La Plata

José María Pallaoro nació en la ciudad de las diagonales en 1959; ahora reside en City Bell, allí donde moró (y mora todavía) el ángel de la poesía encarnado en Roberto Themis Speroni.
Pallaoro acaba de publicar su último libro de poemas que tituló “Son dos los que danzan”. Su poesía, llena de ternura y melancolía, con un fraseo muy particular, habla de las cosas de todos los días, simplemente recreadas por un hombre con tantísima sensibilidad y música en las venas. (…)

Roberto Díaz, Diario LA CIUDAD, de Avellaneda, 14 de octubre de 2005

**
Son dos los que danzan / José María Pallaoro / Libros de la talita dorada, 2005

Saber poético
Condimentos líricos armonizados sin acrobacias en el lenguaje, traducen sensaciones profundas de quien vive en plenitud. Es una entrega coherente desde el comienzo hasta el final, sea por los ajustes expresivos como por el contenido de poemas que eluden lugares comunes: “Por qué / si afuera llueve / elijo una música / diferente / en el adentro / los sonidos se besan / son dos los que danzan”. La potencialidad poética surge de momentos de entera intimidad o de aquellos en que se torna reflexivo aunque siempre unido al conjunto: “Escribir / ser uno / entre tantos otros / pensar / nuestra pequeñez / como lo más importante / que nos pudo haber pasado”. La edición incluye un enfoque de Irina Bogdaschevski quien señala “todo poeta percibe con agudeza la realidad que lo rodea, la siente como un acontecimiento enorme y a sí mismo como su centro”.

Enrique Sureda, Cultura, enero de 2006

11/5/08

Música para Edelmiro Molinari

Música

para Edelmiro Molinari

En otros atardeceres
los cuerpos eran música
Separados o unidos

cuerpos que sin palabras
se eternizaban en esa escisión
en que la música

parecía detenerse

para empezar
otra vez
la rueda fugaz
de nuestra danza

Esa tarde y siempre

Fotos: Carlos Aprea. "Ciudad Vieja", La Plata, 2008.
http://www.pagina12.com.ar Espectáculos Domingo, 04 de Julio de 2004
“Mis canciones maduran de a poco y cuando quieren”
Así explica Edelmiro Molinari, ex integrante de Almendra y Color Humano, las larguísimas pausas entre un disco y otro. Ahora está presentando ET, un disco donde da rienda suelta al formato de trío.
Por Cristian Vitale
Una limitación básica y autoasumida explica por qué
Edelmiro Molinari tarda tanto en editar discos. “No soy un compositor prolífico. Mis canciones maduran de a poco y como quieren”, reconoce. Entre el flamante ET (Edelmiro Trío), que presentará el jueves 15 en La Trastienda, y Edelmiro y La Galletita –sin contar el material en vivo que editó en 1995 con la última formación de Color Humano– pasaron nada menos que 21 años. “No exijo a las canciones, porque son productos de vivencias a veces imposibles de explicar”, redondea el músico, para que se entienda mejor. El equilibrio llega cuando se constata el resultado de sus demoradas obras. Tal como sucedió con el disco grabado con Skay Beillinson –La galletita– en 1983, este trabajo, apuntalado en una base formidable (Daniel “Maza” Correa en bajo y Sebastián Peyceré en batería), muestra que el mítico guitarrista de Almendra no perdió las mañas buceadoras y experimentales que lo llevaron a transformarse en un modelo de culto para ciertos guitarristas de la nueva generación. El disco tiene temas nuevos mechados con canciones rearregladas como Mestizo –del segundo disco de Almendra– y Coto de caza, de Color Humano. “Mestizo la elegí porque es una canción que nos une como latinoamericanos. Nosotros no somos ni tan italianos ni tan gallegos, somos una amalgama de mestizos. Es un tema de unión latinoamericana. Pero también lo grabé porque quiero rescatar un material que fue violado y afanado por las compañías grabadoras... quiero recuperar mi vida y mis derechos”, sostiene.
–¿Qué vuelta le da a Cosas rústicas?
–No es un tema al que se le puedan dar demasiadas vueltas... tiene su propio peso. Pero suena con un swing terrible.
–¿Y las canciones nuevas?
–Una es Un planeta, un amigo, que compuse cuando nació Jidu, mi tercer hijo, un domingo de verano a las 5 y 5 de la tarde. Es una canción de esperanza, porque los hijos para nosotros siempre son una bendición, no una casualidad. Me tocó muy especialmente tener uno con más de 50 años... es como si Dios te dijera: “Che boludo, acá tenés otra oportunidad... ¿te vas a dar cuenta de lo que tenés que hacer o no?”. Ahora estoy viendo esa sonrisa, esa cosa que no tiene ninguna carga histórica. Vos ves en los chicos esa pureza, esos ojos y esa sonrisa y te mata... “Una letra/ un amigo/ el mundo está perdido/ muchas voces/ una esperanza/ el amor, todo lo alcanza... salpicándote”. El otro se llama Teta de amor y alude a la leyenda de la Difunta Correa... que siguió amamantando a su hijo luego de muerta. Trazo un paralelismo entre la Difunta y Argentina, no porque el país esté muerto, sino porque lo hicimos mierda y sin embargo nos sigue dando la teta, seguimos teniendo una gota de leche: “Un manto de locura/ que cubre a los que caen/ porque caen/ los que cubren su dolor”. Hay que disipar ese manto de locura que te mata. Lo único que te salva es el amor, un concepto muy hippie, una solución.
–¿El disco se parece más al que grabó con Skay o a las épocas densas y líricas de Color Humano y Almendra?
–Siempre rescato las raíces. Pero mi evolución musical fue más por lo negroide. Viví 23 años en Los Angeles –también tres en Chile– y tomé muchas influencias de los músicos afronorteamericanos. Con Color Humano había instrumentaciones pomposas porque no le poníamos límites a la experimentación. Se nos ocurría hacer... –tararea la introducción de Cosas rústicas– con unos arreglos increíbles y lo hacíamos. Pero esto se fue depurando con los años.
–¿La depuración se relaciona sólo con sus vivencias en Estados Unidos?
–Con un ingrediente: uno toca desde el corazón y es más, creo que ni siquiera toca... lo que se transmite viene de Dios y pasa a través del corazón.
–Sorprende esta salida mística...
–A mí también, pero las cosas son así. Me gustan los tipos apasionados como Jimi Hendrix, Santana, B. B. King, que ponen el corazón, y no los mentales o técnicos.
–¿Cómo se lleva con Maza y Peyceré? Siempre se dijo de usted que era un “músico difícil” para tocar en banda...
–A Maza lo conocí tocando un estilo que yo no curto, que es la bossa nova. Pero me pareció regrosso. Para grabar mi disco estaba buscando algo que realmente me diera vuelta, algo impagable. Vino a casa a zapar y fue maravilloso. Fue él quien me marcó a Peyceré... y cuando un bajista te marca un baterista sin pensarlo, no te queda otra opción. Son cosas difíciles de explicar: vos podés tocar con tipos que toquen bien, pero si no hay química humana la cosa no funciona.
La conexión entre este viejo iluminado de la guitarra con parte del rock argentino actual ancla en su relación con La Renga. El 13 de diciembre de 2003 se subió al escenario de Gimnasia y Esgrima La Plata para compartir tres canciones con Chizzo, Tete y Tanque, ante 50 mil personas. “Chizzo encaró a la gente y le dijo: ‘¿se acuerdan de Cosas rústicas?’... y algunos, por supuesto, lo cantaron”, evoca, con un matiz de orgullo. “La Renga tiene un contenido, un mensaje, una onda. No pasa porque sí. Me fascina que sea un grupo, como en nuestros comienzos... el entorno, el Gordo Gaby, las familias. Me hacen recordar a Almendra”, afirma.
–¿Tan directa es la analogía?–Al menos a nivel humano. Ellos son un grupo y nosotros también lo éramos, porque teníamos fines, sentimientos e ideales comunes.

6/5/08

Tres poemas

Batallas, Equilibrio y Amanecer

En: Naranjos de fascinante música: poesía contemporánea de amor en La Plata.


Batallas

crees haber vencido
pero en amor como
en odio no hay
vencedores / todo
dolor se comparte
solitariamente

(de Cielo breve –1982-1985-, plaqueta s/f)


Equilibrio

callada

buscas
la lluvia

la descalza y fría lluvia
de tu sombra

(de Pájaros cubiertos de ceniza, 1999)


Amanecer

1
Sobre la rama
del jazmín
Un pájaro

Un sonido
amarillo

Un ligero
perfume

da comienzo
a mi mañana

2
En el rojo dragón de la mesada

Un frasco
de compartido dulce
alberga
plantines de albahaca

Ella
toca
con sus dedos
las hojas
verdes

Las frota

dulcemente

el aire de agosto
en su mano
acaricia

a Elena

(de El aire de agosto en su mano acaricia, plaqueta 2001)




JMP y los poetas Marta Miranda y Rafael Felipe Oteriño en la presentación de Naranjos de fascinante música... en el Círculo de Periodistas de La Plata, 2003.