28 de marzo de 1968
Habrá sido un viernes o un sábado. No lo sé. Ayer hablé con Emilia. En realidad antes lo había hecho con Juan. No se acordaba. Ni siquiera el año se acordaba. Yo pensaba que fue en 1970. Pero no. ¿Había llegado el hombre a la luna? No lo sé, che. Tengo 73 (y no hablaba de una fugaz primavera). La calle 15 seguía de tierra. Al Gordini lo pintaron con cal y palabras y buenos deseos y anudaron latas a hilos de algodón que ataron al paragolpe trasero. Emilia prometió que iba a mostrarme las fotos. Y me confirmó el día: 28 de marzo de 1968. No le pregunté si fue viernes o sábado, en todo caso acontecía un casamiento. Ellos se casaban. Hoy se cumplen cuarenta años. En esos días yo andaba por los nueve y un mes exactos. Por lo menos a las diez y cuarto de la noche eran exactos. Y esa noche me enamoré por primera vez. Jamás lo había contado, tal vez no me lo hayan preguntado (y eso que es una buena pregunta) aunque sé que el asunto sólo a mí puede interesarme. "No se dio la oportunidad" posiblemente comentaría mi vieja antes del ACV. El tiempo hace que la carga vaya siendo más liviana. Por eso quiero decir que un 28 de marzo de 1968 me enamoré por primera vez. Dudaba un poco. Porque yo creía que la mujer que me hizo conocer el dolor del amor no correspondido había sido María Inés. Pero no. No. Con María Inés fue por el 70, o por el 71. Antes de entrar al secundario. Pero, qué cosa ¿no? Recordar el día exacto que me enamoré por primera vez. Y el hombre aún no había llegado a la luna. No, no voy a discutir las diferentes teorías que hay sobre el tema. La verdad es que nada me importó la banderita del imperio flameando en el suelo lunar. Para mí la luna es la de Li Tai Pe o la de Tuñón. Y siempre lo seguirá siendo. Yo creía que la primera vez que me enamoré estaba más crecidito. Ahora sé que tenía nueve años y un mes recién cumplidos, y que me gustaba encender el fuego escuchando Penny Lane porque lo único que se necesita es amor (la sed verdadera todavía no me había hecho tomar el tren hacia el sur) y la creencia de aguas claras no sonaban en el winco aunque las chicas ya hacían ruido en el Whisky a Go Go junto a Johnny Rivers (¡guau, micifuz!, ¡todavía conservo este disco!) y no había necesidad de pintar el universo de negro porque todo comenzaba a ser color. Hubo un tiempito, uso el diminutivo porque fue breve, que los Rolling me gustaron más que los Beatles. Quizás porque los simples de los Stones que traían mis hermanos mayores (que eran adolescentes en ese momento) tenían un sonido más crudo, más bluseado, más “negro”. Igual el trayecto de las piedras rodantes fue cortito como patada de chancho (mi signo zodiacal chino) y las cosas volvieron a tomar su cauce. ¡Nunca sus majestades satánicas podían gustarme más que esos muchachos que cantaron a los hijos de la madre naturaleza! Había mucha familia en casa de mis queridos tíos. Y también se encontraba la chica de la que me enamoré por primera vez. Tenía el pelo como oscurecido de nubes y a pesar de eso se parecía a Susanita. No debería ser malo, digamos que una mezcla de Susanita y Mafalda. Físicamente más parecida a Mafalda. Yo me quedé casi toda la noche en el jardín. Y la veía pasar desde la casa hasta el quincho que estaba en el fondo del terreno. Iba y venía, una y otra vez, la chica de la que me enamoré por primera vez. Caminaba ligero y derechita como caña de bambú, se ve que ya a los nueve años (casi diez) tenía personalidad. No recuerdo si llegamos a hablar, a decirnos algo. Siempre fui muy tímido y en esos años tartamudeaba, así que supongo que si alguien habló fue ella. Aunque no lo puedo asegurar. Voy a esperar a que Emilia me muestre las fotos. La quiero ver a ella, y me quiero ver. No, no puedo creer en eso de que las fotografías quitan el alma a las personas. Tal vez haya quedado algo de nosotros en esos tarjetones amarillentos. Sí, después la vi infinitas veces. Pero nunca le dije que fue la chica de la que me enamoré por primera vez. Ahora se lo estoy diciendo.
jmp
2 comentarios:
Estoy casi segura que era de mañana, o al mediodía… En casa como siempre, retrasados. Papi salió y entró a las corridas, armó un buen ramo de jazmines (jazmín azórico, del chiquitito muy perfumado) de la planta que había en casa. Eran para Emili. Se casaba la primita, la dulce Emili. Costaba mucho acomodar semejante familión casi de gala! Y tan temprano! Mamá parecía una estrella de cine, me parece que recuerdo su vestido, algo brilloso, floreado, de fondo natural , flores bordó y hojitas verdes. Abuela elegante, seguramente de negro , recordando a mi abuelo. Creo que yo tenía un vestidito azul con galones blancos, no era nuevo, mami lo había acondicionado para la ocasión. No puedo asegurar qué pasaba con mi pelo pero puedo imaginar una cola de caballo incómoda con moño blanco. Todos los varones arregladitos y duros, acorde a la celebración.
La fiesta era en el jardín. Yo jugaba, iba y venía. Incómoda y todo. Jugaba con mis hermanos y primitos de siempre, porque el primo que acababa de conocer "no se siente bien querida…". Se ve que habían tratado de convencerlo y no había agarrado viaje… Qué insastisfacción! Tanto que había oído hablar de él, y no quería jugar con nosotros! Yo lo conocía a Luis que era muy simpático y hacía camarilla con mis hermanos mayores, y este primo que me tocaba a mí, por la edad, resulta que no jugaba… Recuerdo unos ojos enormes y oscuros y el ceño fruncido. Yo pensé que no le caía bien, que nuestros juegos le resultaban tontos… y seguramente era así. Después, hubo muchos despueses. Alguna vez me dijo, recordando ese día, que parecía "un cocorito".
Hoy, cuarenta años después de los jazmines, he llorado de ternura.
Gracias por compartir algo tan hermoso.
Gracias por este ramito perfumado de inocencia.
PD: ese día no vi ni a Susanita ni a Mafalda, pero la primera Mafalda que leí, era de Juan. Se la había dejado en lo de Malvina...
Era "jazmín del país", no el azórico. En casa estaban las dos plantas entrelazadas y aquel día también hubo confusión respecto de cuál era el que quería Emili.
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