CLANDESTINO
“que se mojen las balas”
Joaquín
Sabina
“hagamos la del
perrito” dijo ella
toda gatuna
con sabor a colonia
del otro lado del río
y a tabaco negro y a
ginebra áspera
“la del perrito” volvió a
insistir
y erguía devotamente
sus manitas delanteras
a la altura de los hombros
y sacando la lengüita dulce
como un canino necesitado
de caricias y de mimos
la idea no
paladeaba demasiado
como te digo
una cosa era compartir el
tálamo nupcial
de perdidas batallas ajenas
a oscuras
en silencio absoluto
mientras los niños dormían
en la cama cucheta
a pocos pasos de nosotros
te digo
la otra era hacer la del
perrito en el baño
a solo una puerta del padre
del marido
militar retirado experto en
el arte
de la arquería y en el tiro
federal
que ahora despuntaba el
vicio
haciendo puntería a
botellas de cerveza
descerebradas por motus
propio
y en fila
india
cabecita negra
bolita
erpio montonero
guerrillero argentino
caído en desgracia
destrozadas una a una siete
días a la semana
sin errar un solo tiro
“la del perrito” “guau
guau”
su su rra ba la pichicha
y enterraba la sin hueso
en lo más profundo
de mi oreja izquierda
el baño tenía
bañera y pileta
con un solo grifo de agua
fría
y el bidé no funcionaba
y una lamparita de 40 w
colgaba de un cable
a lo a líba bá
que caía del centro del
cielo
como un cabo raso
el lugar no era el
apropiado
para dos ovejeros
en edad de merecer
y menos aún cuando se
sintió rechinar
la puerta de la habitación
de el uniformado
premio nacional
de tiro al subversivo
“¡a la bañera!” ordenó
marcialmente
suave
mi rin tin tin
y ahí fueron a parar mis
huesos
y mi corazón
palpitaba al ritmo
que john bonham
le imprimió a
black dog
ahora lassie
acomodaba la cortina de la
bañera
dejándome tras ella
como a un desodorante de
ambiente
y apretaba el botón del
inodoro
sin el más mínimo deseo de
simular
se refrescaba las mejillas
sonrosadas
y salía abandonando
políticamente
el campo de batalla
envuelta en un pareo
que hacia juego con sus
ojos
dejando la puerta entreabierta
y a mí
tras la cortina de hierro
desnudo
de cuerpo y alma
rememorando algún retrato
de goya y lucientes
caprichos impresionistas
circa un tres de mayo
y como en algunas
películas
yo era un voyeur
que observaba por el vano
deslumbrante
nacido entre el quicio y la
puerta
del que veía nítidamente
descansar
un fierro de alto calibre
sobre la mesa
no declarada
como arma de guerra
por la prensa
sensacionalista
y al émulo del coronel
cañones
degustando en la cocina
un aromático salamín picado
fino
con queso gruyeré
y aceitunas y pan alemán
y un paqueto ¿viste?
pingüino
pleno de líquido bermellón
y me sentí el protagonista
de la última cena
(la banda de sonido
de este largometraje de
misterio
que giraba – diría
seguramente la crítica –
dramáticamente a uno de
terror
como versión libre de
algunos de los relatos
de edgar allan poe
correspondía a la creación
espontánea
de mi gatita micifuz
que ronroneaba cachorra
con entrecortados ronquidos
absolutamente alejada
de mi suerte
la minina)
y mis ojos
alucinando al capitán metralla
ante los restos de la gran
comilona
y el enano de frac
terminaba realmente exprimido
en la bacha de la pileta
y un eructo satisfecho
culminaba la ceremonia
a la que le faltaba la
cereza de la crema
que no era otra que yo
y la luz
que iluminaba
la cocina
se desvanecía
oscureciendo la pantalla
y leí “this is the end,
beatiful friend”
y cerré los ojos
completamente
emocionado del film
que acababa
de ver
y retorné
al mundo
de las realidades plenas
ante imposible defensa
con mi arma descargada
sentí un tórrido escalofrío
recorriendo mi columna
vertebral
ante el ruido del picaporte
de la puerta
entreabierta del baño
que ahora se cerraba
definitivamente
City Bell, 19.09.99
"Clandestino", texto escrito a fines de la década del ochenta o principios de 1990. La fecha indica día de su revisión final. La cita de Sabina corresponde a ese día. "Clandestino" está incluido en El mago y otros textos (1998-1999).
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