CORREOS
Los correos, casi siempre,
no son deseados. Explican cómo cuidarse del frío un cinco de enero. O cómo el
amor se hace durante horas sin derramar una sola lágrima. O cómo ocultar las
marcas del viento y las contradicciones de un toque dado al pasar.
Los correos no siempre son
deseados.
Una máquina nunca, ni con un
sencillo me gusta, alimenta el deseo, y nuestro mejor mensaje, caído de un
lugar sin ojos y sin manos y sin estrellas, suele ser un café con leche sobre el
escritorio en la edad del invierno.
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Foto: Jmp
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