ROLLING STONES
Amigos
vienen al mediodía a almorzar, no confirmaron aún. La idea es carne al horno, o
bien, pasta. El vino está a temperatura. La casa, no. Es un buen día para
encender la estufa. Junto leña del jardín y dejo todo preparado para en algún momento
encender el fósforo. Y esperar a los amigos con el living-comedor al menos
tibio; la comida y el alcohol harán lo suyo. Tengo un par de horas libres para
sentarme arropado en el sillón. Hace tiempo no lo hago. Extraigo el disco del
equipo, es uno de Bill Evans, y elijo otro al zar, de la última fila. Es de los
Stones. El azar es mera fiaca de estar pensando, decidiendo. De la biblioteca
saco un libro. Martín Amis: Visitando a Mrs. Nabokov y otras excursiones. Buena
elección, pienso, textos breves. Miro el índice. Más justo imposible. Uno de
los textos se llama “Los Rolling Stones en el Earls Court”. Página 133 a 139.
Menos tiempo que el disco que está sonando y que aún no le presté atención. Leo
Amis: "La antesala del Earls Court Arena era un colosal estacionamiento
subterráneo de autos de unos remotos y hacinados bares, tiendas de dulces y
sucias máquinas de bebidas calientes. Normalmente, en un concierto promedio de
rock se obtiene una homogénea muestra: los fans de David Bowie se parecen y se
comportan como David Bowie, los fans de Bryan Ferry se parecen y se comportan
como Bryan Ferry, etc. Pero todos son fan de los Stones." Vi a los Stones
en Argentina hace ya unos cuantos años, cerca de veinte supongo. La verdad,
creo recordar, la pasé mejor con los grupos preliminares. Creo que recuerdo
eso, aunque ahora no pueda decir quién o quiénes eran. Termino el relato de
Amis, y llego, a pesar del tiempo, las distancias, el idioma, los gustos, a una
percepción parecida. Saco el disco de los Stones y vuelvo a poner en la bandeja
el de Bill Evans, y ahora sí, decidido a encender el fuego.
City Bell, 22-06-13
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