EL EBANISTA
y otros textos
(1999-2001)
I
El ebanista
A mi padre, City Bell, 22.09.99
En la madrugada nos despertó
Señalando el oeste
“Allí ¿ven?”
Suspendido en el ennegrecido lienzo
el arco iris de Paul Klee
pintó la noche
Los colores iluminan
la trizura de un rostro
tallado en madera
Tafí del valle
A mi padre, a mi hermano Hugo, con quienes hice el viaje
El viento del sureste juega con el aire
susurra palabras a la orilla del lago
Un sombrero / Muchacha de negro
contempla / agua cerros
Un pájaro en la lejanía pierde altura
alas abiertas bosquejo sostenido
en la caricia morada azul violeta
Cerca un pájaro se sumerge
desaparece
Un sauce una tipa un jacarandá
en la frescura de la tarde
y el regreso al olvido
Voces
(Río Uruguay, Colón – Entre Ríos)
A Nerino, mi padre; a Hugo, mi hermano
…
El pájaro se demora
Hay una eternidad instalada en el gesto de sus alas
…
Hay un sol que crece crece
Su rama surca el río y abre las aguas para sentir el camino de las piedras
…
En esa esquina vi
el río más hermoso de mi vida
…
Los patos negros en su orilla
Una parejita que bordea el río
se pierde entre los espinillos
(Seguramente) para susurrar
palabras de amor que no debe
escuchar el circunstancial visitante
…
El agua parece (querer) brotar
pero en verdad son los peces que
por un instante besan el aire o el cielo
y vuelven al lugar
…
Es la hora en que los botes parecen abandonados
El río fluye vive
Ahora los pájaros se hacen sentir
…
Un bote que se llama “Gardel” o “Raquel”
En todo caso es un pájaro cantor que canta
a la más bella de las mujeres
…
La pedaleada a la bicicleta alarga la chupada al cigarrillo
En este río el tiempo es otro
Es un río de los pájaros
…
La felicidad se detiene por el ruido de un motor
Una lancha de goma interrumpiendo la soledad de la mañana
…
Qué habrá allá / lejos / cerca / En este instante
que nos habla de un sueño
…
No
Ese árbol no es un espinillo
Tiene hojas que se acoloran pareciendo una extensión
de los brazos del sol
…
Interrumpe el silencio de los pájaros
el viento la brisa los peces
El sonido / las palabras de las pindó
que parecen gemir desde el cielo
…
Justo ahora que estamos entrando a la tormenta
El viento que no cesa
Siempre escuchaba la misma canción –dijo mi padre
“A este lugar solo entran los que no viven más”
Ocaso
El mar abraza hondamente
Hubo un pájaro
Una barcaza amarilla se aleja
La mitad de una naranja sola
flotando
se acomoda en la arena
quieta encallada
La sombra errante de un pájaro
la vela
Caracará
¿Qué hace en la zanja de ambas orillas?
¿Deja sus marcas en el aire?
Levanta vuelo sobre los arbustos asusta
Cachorros desaparecidos en las calles
¿Qué hurga en el límite de mi vida?
¿Dónde están pájaros insectos?
¿Qué hace en mi hombro?
Kalala
Llegará deseo ansia de iniciar
el viaje amor
Juega con tus niñas
Resiste depresiones
Ella viene
Brazos de sauce
Nocturnidad en tu pelo
Mis manos hundidas en el arroyo
Quebradas
Blackbird Singing
Un pájaro negro
en el membrillero
¿Qué busca entre rojas flores?
No sé
pero esa rama ilumina
la grisura viscosidad
El día
Bunka Shishu
(Pintura colgada)
Para Ana María
Piernas de bambú
rodillas juntas cruzadas
Cierro los ojos
Se cristaliza
el deseo
Máscaras
Afuera
qué inocencia
Los perros quietos atentos
Adentro
palabras ladridos
que nadie escucha
(en la alfombra caretas)
Nubes
En el arriba las nubes
Sombras de otros ojos
Se alejan interminables
las marcas los besos el dolor
los tatuajes
No se detienen ¿nada dejan en mí?
Perfume que acaso me acaricias
Un país
¿Hubo? Hoy
ojos viejos de niño
aletean bajo la fría llovizna
del mediodía
Desnudos
los pies en el cordón de la vereda
saltan
chapotean en el charco
“Señor...” Acaso
Hombre Cosmos Sabe Siente
…
La caricia acomoda el mechón
mojado
Pensamiento
Enorme apetito
¿Quién te arma?
Niño solo finito tintineante
polvo entre manos la tierra
¿Solo?
La casa de todos
Uno Dos Mundos
Del mercado De los desamparados
¿Hacen tres? ¿Uno solo? ¿Ninguno?
¿Cuál de ellos es la casa de todos?
…
No bailo (escucho)
La música alegría en el contorno
Gozo acrisolado
Maneras de estar en la casa de todos
Viva Zapata
El pájaro de pecho amarillo
y antifaz en el rostro
en la rama del árbol
en el vivir un continuo
sube y baja de la mirada
Sus sentidos resguardan
y se zambulle al lago
como un canto rodado sale
sus patas otra vez en la rama
acomoda sus alas
Vuela ahora
Son dos los pájaros
Uno limpia su cuerpo
Otro cuida los sentidos
Los pájaros de pechos de sol
y sombra en la cara
en el agua bajo la lluvia el dialogar
un juego de preguntas y preguntas
No hay un solo sueño
Sonriente atento
el tercer pájaro protege
la intimidad de los compañeros
Lluvia
en el día en la mañana
ocredad de los sentidos
Pájaros ausentes
La tierra calma su sed
Inquieto
El camino de las hormigas
es río que disuelve la sal
desparramada en el suelo de la casa
Las hojas
Hoy un viento despierta las libera
¿Qué palabras viajan en su silbido?
¿Qué susurran ellas?
Amarillas doradas rojas
de a una únicas abandonan la casa
Viven Mueren ¿Adónde van?
…
El viento las esparce por el mundo
Las une Las separa Juntas Distantes
Son parte de la vida
…
Con un trazo pintan manchan
El ciprés Amarilla
Dejando penetrar
Una luz de sol nuevo
Tiempo
…
Nada de vos en mí
Sol oscurecido
En la otra casa la mañana se enciende
…
Es fuerte La brisa de la tarde
Limonero desnudo Colmado de frutos
Soles levemente anaranjados detenidos
en el mirar nuestro
…
La rosa se cubre de sol
Deja una pequeña filigrana
en la penumbra de la noche
…
Al saber de vos nada sabía
Cuenco de sombras desconocidas
Cuerpos que insinúan el día
Colmados de fuego nuestros ojos vendados
…
Cuerpo que se consume
Árbol viejo que inclina el viento del sureste
Verde árbol que otoña la raíz
se nutre de flores y frutos
…
Estar No estar Caras
De una moneda Única
La espera
…
Abro puertas (ahora
abiertas) te dejas entrar
…
Todo rápido
Caricias cuerpos
Lejos
Uno
Otro
…
Beso la flor
Estrellas ¡Tan lejas!
¿En la palma de tu mano?
…
En la casa no hay cuartos
La cama alberga a un solo cuerpo
Duerme junto a la noche ligeramente oscura
…
Los párpados caen cansados
La luz enciende El interior de mí
II
La fiesta
Falta poco, apenas, una eternidad.
Ella canta de una primavera gris, azulada, que crece hacia un verde de espera.
Vendrá. La noche. Los amigos. La familia. Estarán en nosotros. Nosotros en ellos. Hasta que las velas ardan. O el silencio del nuevo día reine otra vez. En la casa. Vacía.
La madre tierra
Luego de la tormenta, desentierra algunos de sus muertos. Osamentas descarnadas, guardadas celosamente en días anteriores a la anticipada lluvia. Y apretando entre sus patas delanteras a uno de esos cadáveres, lo comienza a lamer. Una y otra vez. Lame una y otra vez, como en una ceremonia. Hasta liberar el último presagio. Para que brille, sin moscas, nuevamente al sol, enrojecida de nada.
A Pacha, 28.07.99
Sobre las lajas
…
Sobre las lajas que están junto al ventanal dejo una cantidad considerable de alimento para pájaros. Desde el otro lado del vidrio veo a un gorrión hembra y a su pequeño que recién comienza a levantar vuelo. La madre le enseña a alimentarse por sus propios medios, carga el pico de alimento, y espera que el pequeño coma de su pico. Luego el pichón salta entre las lajas, pisando el césped, picoteando en un lugar y en otro. Cada tanto retorna junto a la madre, y come del pico de ella, y se van.
…
Anoche un camino negro cruzaba el patio de ladrillos, en diagonal, las hormigas cruzaban el patio, cientos de ellas con carga o sin carga, iban y volvían, del alimento necesario al hormiguero. Cientos de negras hormigas, si uno se detenía, podía verlas, contarlas, cientos de hormigas. Entré a la casa a buscar el frasco con granos, y los esparcí en un montoncito, luego otro, junto al camino negro, y esperé. Las hormigas reconocieron el alimento, y poco a poco, laboriosamente, se lo llevaron al nido.
Ahora, de mañana bien temprano, observo el patio. No hay camino negro. Tampoco montoncitos de granos. Vuelvo la vista a las lajas junto al ventanal. El pichón de gorrión parece haber crecido, está solo, sin la madre, picoteando una y otra vez los granos que dejé junto a las lajas, para los pájaros. Picotea. Come. Crece. Levanta vuelo, y como un rayo de luz, desaparece.
…
Mientras me cebo unos mates, solo, observo al gorrión que picotea una y otra vez junto a las lajas. El sol apenas subido al horizonte extiende la sombra de los árboles buscadores de cielo. Algunos de ellos están inclinados como la torre de los libros, a punto de caer, pero eso no ocurrirá ahora. Ya han pasado los fuertes vientos. Pero sus ramas de un verde furioso poco a poco se van oxidando, hasta que la vida diga: ¡basta! Nada hago por ellos. Los abandono. Ya no tengo fuerzas para tratar de enderezarlos, acomodar sus raíces. Los dejo irse. Poco a poco. Yo también me estoy yendo de alguna manera. Solo quedan los pájaros. Una bolsa a medio terminar de alimento para ellos. Pero sin árboles, los pájaros se van.
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