City Bell, con David José Kohon, circa 1998 |
ALEGRANZA NO SE CANSA...
Y hablando de
cansancio, presentamos a JOSÉ MARÍA PALLAORO, artista e infatigable promotor
cultural platense, en los tiempos dolorosos y desafiantes del Covid. Sin
desperdicio.
14 de agosto
de 2021
ENTREVISTA A JOSÉ MARÍA PALLAORO
Por María Antonia Sassi
-Investigando
sobre tu biografía, observo que en Literatura abordaste (al menos, en lo
publicado) solamente el género lírico. ¿Cuál fue el motivo de no haber
incursionado en narrativa?
-En 2015 publiqué un libro, El
flautista de City Bell, donde, además de prosa poética, incluí microrrelatos,
un género que me atrae como lector, y que, cuando puedo, me gusta escribir. En
diarios, revistas, suplementos, aparecieron algunos cuentos, aunque nunca
publicados en libros. En el otoño de 2020, en el número 5 de “cuaderno SPERONI
de poesía y otras artes”, salió Con felicidad y otras microficciones. Hay dos
nouvelles, ahora un poco abandonadas por la pandemia, Mar y El ausente, que
vengo trabajando hace un tiempo. En realidad, por ahora son notas y apuntes en
respectivos cuadernos y documentos Word. Ojalá logre encontrar la energía
necesaria para avanzar en la escritura. Aunque es cierto, lo más visible de mi
trabajo es la poesía.
-Como
coordinador de talleres literarios ¿preferís un perfil determinado de los
futuros poetas?
-Que sean lectores. Realizo una
entrevista previa y ahí vemos, los dos, si podemos generar esa especie de
comunión, sentir esa electricidad, que va más allá del contenido, como pedía
Juanele. En el taller no sólo se aborda la poesía, aunque, tal vez, tenga mayor
preponderancia, sino también la narrativa. Leo desde muy chico de manera casi
obsesiva.
-¿En
el aprendizaje del Taller Literario, se imparten conocimientos de recursos
literarios y teóricos o predomina la escritura subjetiva?
-Nunca concurrí a un taller
literario. Comencé a coordinarlos por mi necesidad de hablar con otros de
poesía, de literatura. Soy bastante solitario, y la lectura es una buena
compañera al igual que la contemplación y la observación. En taller hay un poco
de todo eso que decís. El grupo da la pauta a seguir y trabajamos de acuerdo a
las necesidades que se van imponiendo.
-¿Qué
reportaje, programa determinado, acontecimiento especial, recordás con afecto y
emoción, relacionado con tus programas radiales?
-Muchos años de radio y decenas de
programas como conductor y productor. No recuerdo haber hecho entrevistas en
vivo. Sí reportajes grabados en casetes que luego editaba. La radio es magia. Y
hubo momentos mágicos. Me cuesta elegir, cada programa era una historia.
Recuerdo uno dedicado a Jorge Pinchevski. Otro a David José Kohon, el director
de cine. Vivió en City Bell y solía verlo. Él comenzó como poeta. Conservo unos
pocos poemas inéditos de David que alguna vez pienso publicar. En general,
quedé muy conforme con esos programas de “La máquina del tiempo”. Se grababan y
luego se repetían en otro día y horario. Algunas de esas cintas se perdieron,
quizás por desidia mía, por no haberlas recuperado. Luego de “La máquina del
tiempo” realicé otros programas, y compartí la conducción con poetas como Marta
Miranda y Paulina Juszko, con el profesor de filosofía Daniel Gutiérrez.
-Durante
este período de pandemia que atravesamos universalmente ¿continuaste con tu
escritura o te sentiste afectado emocionalmente y la interrumpiste?
-Sí, me sentí, me siento muy
afectado. Demasiadas pérdidas. Demasiado dolor. Entre enero y febrero de 2020 escribí
una treintena de poemas breves que conformaron una serie que llamé Bajo la
sombra del sauce. Luego, a mediados de marzo, la peste. Y cambió todo. Dejé de
hacer taller presencial, me llevó más de un año acomodarme, y en abril de este
año llegó lo virtual, por suerte. Dejé de leer, al menos como siempre lo hice.
Y por supuesto, dejé de escribir, o escribí poco. Lo que hice fue tomar notas
en el cuaderno. Con demasiado esfuerzo. Las palabras me fueron abandonando.
Perdí montones de palabras, de muchas no sabía su significado (...)
-
Para finalizar, me encantaría me cuentes tus futuros proyectos literarios y
culturales.
-Continuar con los cuadernos
SPERONI. En 2020 sacamos 7 números, en formato PDF; lo ideal es llevarlos a
papel o arrancar de nuevo. En esos cuadernos colaboraron escritores, poetas,
talleristas. Los quisiera mencionar: Paola Boccalari, Azucena Salpeter, Alberto
Pipino, Olga Edih Romero, Julián Axat, Susana Siveau, Alejandra Taylor, Erica
Aisa, Camila Ragazzini, Agustina Samoilenco, Soledad Gutierrez Eguía, Adriana
Romano, Romina Torchio, Carolina Cortazzo, Cristina Muñoz, Mabel Martínez,
Marcelo Steblak, Mirta del Pino, Silvia González, César Amiel.
Seguir
alimentando, nutriendo mis blogs Aromito, Poesía La Plata…
Intentar
ordenar mi trabajo. Hay bastante material inédito y a revisar, corregir.
También
desearía editar a escritores y poetas que admiro. Algunos de mi pueblo y de mi
ciudad. Hay demasiado por hacer, y el tiempo que queda es escaso.
José María Pallaoro también
ha incursionado en la narrativa y en este espacio les dejo el microrrelato de
su autoría:
El
otro lado del río
¿Qué hacemos acá? Se lo pregunté
después de estar los dos mirando el río durante horas. En esas horas pensé nada
o poco, o eso creo porque ¿acaso es posible dejar de pensar? Lo cierto es que
le pregunté qué hacemos acá. Quieta, inmóvil, como un maniquí, siguió a mi
lado, indiferente, extraviada, ahora lo sé, lejos. El viento leve hacia
zigzaguear, apenas, el vello de su brazo, desnudo hasta cerca del hombro. El
hombro cubierto por un saquito claro. Un saquito que le regalaron sus tíos del
otro lado del río. Los visitamos para unas fiestas de hace unos pocos años, el
tiempo pasa. Pasamos unos días caminando la caída del sol por la vieja
costanera, casi no hablamos, aunque, entre nosotros, el silencio era dicha. En
esos atardeceres bajaba la temperatura, si bien no se llegaba al punto de tener
frío. Cuando tuvimos que volver fue que los tíos le dieron el saquito. No se
trató, es cierto, de un regalo, simplemente refrescó y se lo pusieron en los
hombros. Con definitiva certeza, siento que debe ser una carga enorme. Hubiese
preferido no preguntar. Hubiese preferido lo callado, y no sentirme solo en
este lado, mirando el río, mirando el río.
Gracias, José María
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