17/5/09
Pirulín, junio de 1956
Yo estaba arando, ahí, enfrente de la calle; y los de allá mataban y repartían la carne. A eso de las cinco de la tarde pasa el carnicero, y recuerdo que la colgué en un poste. Faltaba poco para dejar de arar. En una de esas miro para todos los costados y no estaba la carne. Y la Mama esperaba. Y lo veo al Pirulín, un perro que teníamos, y veo la carne. Los dos juntos, encarnados. Agarré el hacha y de canto le pegué un golpe que lo dejé tirado para siempre. Giro así con el arado, y lo tapé con tierra. Esa noche, preocupada, tal vez, por si me aceptaban o no en la Academia, no dijo nada. Pero a la noche siguiente preguntó: “Qué habrá pasado con el Pirulín que no lo vi en todo el día”. Y yo, en mí adentro (yo en ese tiempo era medio cruel), decía: “Pirulín, dónde estará. Y… desapareció, tras una perra seguramente.”
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Foto: Álbum familiar.
© José María Pallaoro
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