Andante ma non troppo tren
Anotaciones en libreta negra de hule
City Bell / Constitución, enero / febrero 2001
Un poema no debe tener demasiadas
correcciones.
Un poema debe nacer como un bebé. En lo
posible de cabeza.
Darle luego de amamantar. Y que se haga
grande, solito.
Puedo buscar, pedir (por ejemplo): Una casa
cerca del río. Árboles sin poda a lo largo de la avenida colmada de pájaros.
Puedo, sí, abrazar. Pero nunca conocer el corazón del otro. Por más que quiera,
nunca alcanzar lo más estable de su corazón y que perdure.
*
Una poética. Una estética. En lo profundo de
mí, alimentar, creer o revelar (anunciar) el propio acopio de experiencias. La
poesía debe oscilar en el punto justo. En el que vivo, en el que pienso.
*
Ser poeta tiempo completo. Tan difícil como
sacar la lotería. Toda poética es una lotería full-time.
*
A veces hay mucho para decir. También poco para escribir. Entre infinitivos y el mundo,
tres vocales hacen falta.
*
Hay algo más importante que el pensar. Hacer
un juego de eso.
*
Hay algo más importante que jugar. Pensar.
*
Hay que retornar a las lecturas compartidas.
Terminar de una buena vez con el lector solitario. No sé si se podrá llegar a
buen puerto. Pero, allá a lo lejos puedes
escuchar.
*
Hambriento de poemas y poetas (pitón
deshabitada). La poesía es un manjar que se degusta con buen vino. Catar,
comprender, incorporar. Olvidar. (No para siempre).
*
Escribir sólo cuando la cabeza lo pide.
Escribir con el corazón en la cabeza. (En lo posible, no engendrar monstruos).
*
A esta altura no sé definir qué es. Pero si sé
(que no podría) sin ella vivir.
*
Todo está dicho. Lo no por decir es lo
necesario.
*
Anoche soñé belleza. Tan bella era que la
guardé. Tan bien guardada como la belleza.
*
Ella suspira. Le ofrezco mi pañuelo. Lo
devuelve, y lo guardo en el bolsillo izquierdo del chaleco. Más tarde un
cosquilleo, un vientito putrefacto me besa en la cara. Y otro aire retorna al
bolsillo que mágicamente se cierra.
*
La ley de la calle. Viajo a Constitución. Bajo
las escaleras. Me detengo en San Juan. Arribo en Independencia. Salgo a la
plazoleta. Camino por EE.UU. Cruzo Tacuarí, Chacabuco. Tropiezo en Piedras. Me
detengo en Perú. Doblo a la derecha. Ingreso en la noche.
*
La muchacha mira el maletín, que no pertenece
a un ejecutivo, está en otras manos. La muchacha parece pensar acerca del
contenido del maletín. Juega a la caja de Pandora. En algunas, da en el clavo:
una libreta de anotaciones, varios lápices, un libro acerca del ritmo en
poesía. En otras, da en el dolor. Al cerrarse, la madera cruje.
*
El tren atropelló a un muchacho en Gonnet. Los
trenes son máquinas hermosas. Algunos días no tendrían que funcionar. Hacerse
los distraídos.
*
El tren llega a horario. Ausencia de la
muchacha de ayer. Una pareja (abrazada) musicaliza la mañana. El muchacho no
quiere dejar de bailar. El tren comienza a moverse. El muchacho vacía sus
manos. Dos corazones que se abandonan. Uno se queda, otro se va. El tren,
lejos. Lejos.
*
Dicen de la estrella federal. Debe estar
húmeda. No al sol. Pero colmada de luz.
*
Preguntas si la muerte es bella. No puedo
decir que siempre se termina en belleza. El verme precede la mariposa.
*
En Buenos Aires constantemente hay ruido de
autos. Nunca dejan de transitar. Será por eso que cuesta tanto pensar. Cómo
responder aquello que no podemos oír.
*
Leerlo una y otra vez. Dejarlo descansar. Un
tiempo. Y volver a él. Para vivir, descubrir, disfrutar la maravilla de la
poesía.
*
Para la novela dicen que hace falta
exposición, conflicto moral, acción progresiva, nudo, periferia, desenlace (por
lo menos hasta Proust). Faulkner no explica nada. Una novela exige una buena
historia. Después está el oficio de vivirla.
*
Yeats pertenecía al círculo espiritual “La
orden del atardecer dorado”.
*
El cansancio no se cuida. Sólo produce más
cansancio. A cualquier hora. En lugares desconocidos.
*
—Nadie
hace por vos lo que deseás.
—¿Acaso
hacés lo que el otro desea?
—Nadie
hace nada por nadie.
—¿Acaso
hacer por uno algo no es también hacerlo por el otro?
*
Me preocupo por cosas sin importancia. Como
arreglar un paraguas al sol. Pájaro que oscurece la tarde.
*
El agua enverdecida. Remuevo el piso con el
sacahojas. Alimento insectos para saber que estamos vivos.
*
No enciendo el fuego al anochecer. Tus ojos
son luz. La claridad verdadera.
*
Crece el verde. La lluvia ayuda. El sol lo
atiende. Hay una máquina preparada para asesinar.
*
Amor fugaz
como cómplice
sonrisa
de tren a tren.
*
En el afuera las cosas están como debieran. En
el adentro, cómo están. Afuera-adentro. Qué importa si no se es.
*
Milena informa los horarios del correo. Hay
espacio para la tranquilidad.
*
La rana en la verde agua sostiene su mundo.
Parece divertirse, pegada a las paredes, intentando una salida del lugar que
eligió. ¿Acaso buscamos un lugar para ver luego cómo escaparnos de él?
*
Pleno de sol miro por la ventanilla del tren
la lluvia. El sol, la lluvia. Ambos en mí.
*
Las cuerdas de la guitarra se estiran. La voz
de esas cuerdas en nuestros cuerpos que bailan, bailan, sin siquiera despegarse
de la silla.
*
Puedo dar las gracias. Gracias, me digo.
Gracias, digo. Digo, en la gracia de vivir.
*
Las ramas del sauce caen sobre el pasto
húmedo. Algunas se elevan al cielo. Otras se hunden en él.
*
Al aire, pata de Catulo (la de escribir).
Pienso en un epigrama cuando la pueda apoyar con pie firme.
*
Demasiados papeles. El conocimiento derretido
en tinta. Con sangre desaparece.
*
Desnuda la mujer sus pechos que ahora el agua
cubre. Parcialidad de la belleza. El atardecer nos acaricia con su luz de
venidera oscuridad.
*
El aire a veces falta. En la casa, se abren
ventanas y puertas. Los insectos se abstienen de entrar. Acaso comprendan el
vacío. La nada que se ahoga.
*
Dolor de pecho no significa. Dolor de alma no
significa. Vida carente de ambas cosas, insignificantes.
*
Es en Buenos Aires donde el aullar de los
vehículos no deja respirar ni pensar. Mi mente agradecida.
*
Qué puedo escribir de nuevo. A esta altura
toda palabra es insuficiente.
*
La tarde alcanza a decir que no quiere más.
Que por hoy basta. Vencida se deja caer.
*
Doy lo mejor de mí. (Sé que no) es verdad. La
noche no deja mentir. La noche no me deja.
*
La orquesta (con bombos y platillos) no deja
amarnos. La orquesta (preparando la partida) de los que se quedan.
*
Si tengo que caminar bajo la tarde mis pies
dirigen los sueños. Ellos no lo creen. Piensan que contradigo la lógica. Mis
pies no caminan. Mi cabeza salta la verja de mi niñez.
*
No puedo creer lo que piensan. Lo que dicen.
En este atardecer de lluvia y granito se moja la cabeza de estreñimiento.
*
Adónde voy cuando me quedo. Dónde me quedo
cuando me voy. Dejando miguitas en el sendero de hormigas. No hay retorno sin
partida.
*
En la librería la vela ilumina los objetos más
queridos. Ellos no necesitan de parafina para cicatrizar las heridas del papel.
*
En los trenes siempre ocurren cosas. La
delicadeza de acomodar los objetos. Para que nadie tropiece antes de la
partida.
*
Vuelvo con mi valija de siempre. Los sueños de
siempre. La desdicha de siempre. Siempre, vuelvo. A diferentes horas. (Para
despistar la muerte).
*
Deseos de saltar el charco. Ella está del otro
lado. Cuando vaya vendrá. No hay encuentro entre un hombre, una mujer. Se desea
de a dos.
*
Desnudo y de pie. No permite que le vendan los
ojos. No hay temor. Y sin embargo, ¿guardará la pared su sangre?
*
Pequeña boca. El mayor placer. Su mano
acaricia. Y quiero.
*
Cuando ella mira, enciende los ojos del
amanecer. Luego caen, lentamente, sus párpados, para sentir la emoción, en la
oscuridad de su nombre.
*
(El poema) Lograr en pocas palabras. La
sustancia. La emoción. Un pájaro vuela a otra rama.
*
El mate se enfría sobre el escritorio. Un
pantano crece en la madera. Nada digo. Sólo percibo fugazmente el cambio.
*
Camino solo. La mirada sumergida en las
baldosas. Sombras de mis hermanos van conmigo.
*
Ella no contesta. Nada dice, (no sé) qué
piensa. La sigo a pesar de todo. En ella la noche es camino.
*
Tomo mate. Uno tras otro. Los mates verdemar.
La estación. Parte para no volver.
*
Hace tiempo que no como caramelos. Manera
estúpida de iniciar un supuesto poema. Pero sé que lo dulce de mi boca te
pertenece.
*
Nuestras manos se rozaron. Al cruzar la calle.
Mirarnos. Por un momento la unión. La plenitud.
*
Por hendiduras de la cortina observo la
parcialidad de las cosas. Cebo un mate. Pienso si podré completar una vida
apenas con miradas.
*
Los perros corren hacia el portón de rejas
rojas. No ladran. Mueven sus colas. El amor es dicha. Llega junto al día.
*
Ella no está. Pero mi corazón dice todo lo
contrario. Ella. Sol. De mi noche.
*
Si espero nada llega. Esperar para nada. Nada
en la espera como pez en el mar.
*
El muchacho es daltónico. Una mirada diferente
a las demás. Sin novedad en la pintura del mundo.
*
Cuando doy el primer paso no voy hacia atrás.
Caminar es volver a los sueños de un principio.
*
No hagas caso. A veces salen palabras que no
son de mí. Son de otro. Que a veces soy.
*
Tan temprana la lluvia. Anuncia la distancia
entre vos y yo. Tiene la dimensión de una gota de arroz.
*
Sombrilla de sol. El agua se confunde con la
hierba. Lluvia sobre la ocre realidad de nosotros dos.
*
Suelo escribir. Palabras que nacen. Muertas.
*
Tuvieron sueños. En verdad los tuvieron. Ahora
raíces, desperdigadas, por tierra, por río. En sus hijos.
*
Cosa extraña. Plantas de flor sin florecer.
Otoño en haiku de primavera.
*
Es lejos el lugar. Mucho hay que caminar. Para
acceder a él se necesitan sueños.
*
Mi madre cuida niños, niños de su hija cuida
mi madre niña en un amanecer de sol.
*
Un atardecer en el mar de espinillos. Dedos
que penetran en tu húmeda soledad que se hace canción.
*
Bebe de mí, pequeña. Bajo la sombra de un
árbol que salpica pájaros.
*
Cuando ocurra, soledad. Olvido será tu nombre.
*
Corte de luz. Hay pérdidas que no se
recuperan.
*
El loco viaja en tren. Toma cerveza. Grita.
Gesticula. El pasaje se desentiende. Abren las ventanas. Miran en el no ver.
*
El loco olvida el boleto en uno de los
vagones. Corremos buscando la salida. Latas de cerveza estrujadas en el piso.
Haciéndonos los desentendidos, silbando un tango del rengo. El guarda se saca
la gorra para la reverencia.
*
El día trae viento. Negritud. Mi tristeza está
en el día. No en mí.
*
Canto con palabras que se leen. La cabeza es
un frasco repleto de bolitas.
*
La canción es más que eso. Un atardecer en la
playa.
*
Dice que no quiere historias. Digo que la
historia es un pájaro sin ojos rondando alrededor de un nido.
*
A espaldas del lago, una barcaza se aleja.
*
Confundo el mar con tu pelo. Me hundo en aguas
que me reciben por primera vez.
*
Un pájaro va de rama en rama. Lo llama el
silbido verde de las hojas.
*
De madrugada el cielo negro dejó caer un
torrente de luz. Para que encontrar podamos.
*
Ella se despide de mí, en un rato la luna
cambiará de lugar.
*
Paso días sin afeitarme. Nadie se preocupa por
mí. Es decir, no tengo que agradar a nadie.
*
Es domingo. Día que compro noticias de ayer.
Las trae el jardinero que llega a pesar de la lluvia.
*
Decías palabras. En la tibieza de tu boca, el
mejor de mis poemas.
*
En la tarde fresca de sol, el poeta visitó la
casa. Compartimos vino y silencio. Alimentamos el día.
*
Cuando dios dejó la tierra (para no volver),
olvidó el amor en el “nosotros”.
*
Llovizna la mañana. Sombrilla mojada de sol de
este día único.
*
En un café de la ciudad el poeta sólo piensa.
Piensa. Piensa. El poeta piensa solo ante un café ya frío.
*
Otro día más, dice. Un día que no volverá.
Como ese día en la memoria. Y de todos la vida.
*
La inutilidad de jugar con las palabras. La
música, cuando los ojos se encuentran, se desliga de ellas.
*
Llueve sol en mi interior. Afuera ladran como
si la vida fuera real.
*
Llamar a mi hermano para analizar los temas
del día. La cabeza está donde no corresponde.
*
Decíme cuál es la razón. No entiendo algunas
cosas. Prometo no interrumpir. Te escucho.
*
Me olvido de tomar la pastilla. Esto ocurre
diariamente. “No tomo pastillas”, decía antes que las tomara. Pero ahora ocurre
que me olvido.
*
Dibuja en el aire flechas imposibles de
detener. Golpea la música, suave, en el pecho, que se ablanda, ablanda, hasta
ser de vuelta, corazón.
*
Un día sin cabeza. O mejor, un día con la
cabeza estallada. Un día de día. Sin nada para hacer. O mejor, sin poder hacer
nada.
*
En el bar. Ella habla. Nada dice del amor que
crece y crece y crece en mí.
*
El mozo grita, corazón dispuesto, futuro dolor
marchando.
*
Pájaros de la mañana despiertan al día nuevo.
Ah, pájaros en mi cabeza, silban.
*
Ternura, cielo desvanecido. Ella, y la
penumbra de la mañana.
*
Falto de muñeca. Dicen que en el atardecer las
muelas arden.
*
Caminamos. La oscuridad protege. Manos
enlazadas. El sol adentro. Adentro.
*
En esa casa los autos nunca se detienen. Sin
embargo, las hormigas trabajan. Los pajaritos hacen nido. Cada tanto un
vagabundo escribe en las paredes. Dicen que hubo un tiempo en que los autos
estacionaban en sus orillas y todo era desierto.
*
De noche no puedo escribir, sólo de mañana,
mucho antes que el sol pegue.
*
Quizás alguna línea, una palabra, diga que
existo. Que estoy vivo. Mucho antes que me lave la cara y salga de la casa con
otro nombre. A recorrer la noche.
*
En la claridad todo es semejante. Una rata de
baldío salta a una casa de fin de siglo. “El
paraíso” se lee en la fachada. En la vereda, la mujer que amamanta
a su niño, extiende su mano libre. Los carteles, fugacidad de la sonrisa de un
hombre feliz.
*
Edificios incendiados en una ciudad que
aparenta vida.
*
Que aparenta vida, digo de la ciudad que sus
puertas abre durante el día.
Al igual que la mayor parte de los términos utilizados
en música, Andante ma non troppo deriva del italiano
y significa “andante pero
no mucho”.
Foto: Jmp
3 comentarios:
hermoso y distinto
me gusta la sintaxis
los silencios
las sugerencias
(más que lo dicho)
Gracias, Ricardo! Los textos forman parte de Andante tren, de enero y febrero del 2001.
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