Abandonó el pasado.
¿O el pasado lo abandonó, Wilde, Proust?
En el contorno sur construyó su norte.
Como todo un hombre de tendencia,
está en la derecha de su siniestra.
Mamó la del petizo orejudo, hizo la mímica por tv,
y rió, aún ríe con la señora dionisíaca de la tv.
Él sabrá.
O no. Los deseos imaginarios suelen llevarlo a cagar en otros barrios.
De los años dorados llegó a contar “…llegaban
los barcos, alemanes e ingleses, desparramados en la alienación.
Ahora solo se come basura, el lumpenaje asusta”.
Dos focos, intelectuales radiantes de luz, chocan, en la cama, se enceguecen en la idea del ser y la nada.
Si otra no queda, una bolsa de agua caliente no, un chongo
en la cartera del caballero.
Y buena leche, señoras y señores.
Terminó la fiesta, líbrese a este idiota de todo mal.
City Bell, 19.11.11
Imagen: detalle de tapa de “Buenos Aires, vida cotidiana y alienación” de Juan José Sebreli.
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