Se pegó un tótem susto, aunque quiso tomarlo con humor. Le pareció extraño encontrarme discutiendo con mi dedo índice. Le hablo, dije, especialmente en los ascensores sin espejos. Ahora se puso calladito. No le gustan los extraños. Una extraña, en este caso. Ajá, quiso distanciarse la secretaria, sería sensato apagar las estridencias, por lo menos dentro del consultorio. Luego hagan lo que quieran. Y se fue a otro lugar. Bueno, en todo caso se fue.
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Foto: un dedo hace aire, Jmp
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