10/3/23

MIS POETAS CONTEMPORÁNEOS entrevista a José María Pallaoro

Pallaoro en Casa Roja / Taller La Plata



¿Qué es para usted la poesía?

     Vivimos ensayando definiciones sobre qué es la poesía. En muchos textos caí en la tentación de hurgar en esa búsqueda. 
     Gelman, cito de memoria, escribe que la poesía es un árbol sin hojas que da sombra. 
     Saer inicia por la negativa, dice que la poesía no es un río majestuoso y fértil. Y luego afirma: (la poesía) es una piedra firme en medio de la corriente que se deja pulir por el agua. 
     Hay hermosas definiciones. En todas, vislumbramos algo de claridad. 

     Tal vez el poema sea
un campo dorado
a la espera
de la lluvia

Y del viento
que mece 
los árboles

donde descansan
los pájaros
de nuestra memoria

Pallaoro circa 1975
¿Podría usted contarnos  un poco de su vida, de sus obras publicadas, sus premios, su actividad literaria?

     Soy segunda generación de inmigrantes. Quisiera recordarlos, homenajearlos. 
     Mis abuelos paternos, Luigi Pallaoro y Amalia Passamani, son originarios de Pizzo y Panarotta, dos aldeas de Levico y Barco, pequeños pueblos tallados en las montañas de la provincia de Trento, en Val Sugana, al pie del río Brenta; nacieron bajo el imperio austrohúngaro. Luigi (1881-1925) llegó a nuestro país en 1896, a la edad de quince años. Amalia (1881-1981) en 1911. Se casan y tienen ocho hijos (hay mellizos y gemelos). Mi padre, Nerino, es el séptimo. Se radican primero en la provincia de Entre Ríos donde nacen todos sus hijos. En 1923 se trasladaron definitivamente a la provincia de Chaco, a “Pampa La Porteña”, en Corzuela; fueron los primeros tiroleses -trentinos- que poblaron el lugar. La chacra de mi Nona se convirtió en refugio y protección para muchos emigrantes que recibieron ayuda material y espiritual. Siguen siendo recordados por los hijos y nietos de los primeros emigrantes. Los padres de mi abuelo Luigi se llamaban Maria Paoli y Luigi Pallaoro; los padres de mi abuela Amalia, Angelica Petri y Giovanni Passamani. 
     Mis abuelos maternos, José María Cruz y María Dolores Tapia, españoles. José María nació, quizás, en Urrácal, Almería, el 29 de junio de 1896 y murió en City Bell el 5 de febrero de 1966. María Dolores Tapia nació en Olula del Río, Almería el 8 de junio de 1902 y murió en City Bell el 7 de febrero de 1978. Se casaron en 1915, ella con 13 años y él con 19. Tuvieron en 1918 un hijo en España llamado Francisco. Viajaron a Argentina en 1918 o 1919. No sé si mi abuelo y bisabuelos maternos (Alfredo Tapia y Adoración Antonia García) lo hicieron con anterioridad, aunque creo que sí. 
     Mi padre, Nerino Pallaoro, nació en Estación María Grande, departamento Paraná, Entre Ríos, el 3 de noviembre de 1919 y murió el 7 de diciembre de 2005. 
     Mi madre, Ascensión Argentina Cruz, nació en City Bell el 23 de mayo de 1926 y murió el 16 de octubre de 2013. 
     Yo nací en casa de la partera y doctora Margarita Chiani de Murad, en calle 70 nº 1130, entre 17 y 18, de la ciudad de La Plata, a las 22:10. Mi madre me contó que no recordaba porqué “fuimos tan lejos”. Alguna de mis tías tal vez tuvo algo que ver, no sé.  Creo que fue cuestión de unas horas y volvimos a casa, en City Bell. No a la casa en la que crecí, si no a una casita que mis padres alquilaban; me parece que estaba en calle 1 entre Pellegrini y Güemes. Cuando mis padres dejaron habitable la casa que estaban construyendo en calle 9 entre 17 y Sarmiento, nos mudamos. Yo tenía unos pocos meses. Ahí crecí, en un medio semirural, tambo, animales, quinta. De chico, tuve esa suerte. Escuché música, no recuerdo mi vida sin música. Y las primeras “lecturas”, aún sin saber leer, las historietas; me interesaba más que los dibujos los globitos que contenían signos extraños y que al comienzo imaginaba su significado, hasta que las palabras aparecieron, y hasta hoy siguen siendo misterio, ambigüedad, y algunas veces claridad que también me ha tentado. 
     A mis 13 años, faltaba, más o menos, un mes y medio para mis 14, estuve preso por algunas horas en una comisaría de Corrientes; el espíritu de época… No sé si fue por esta experiencia que me aislé un poco, siempre traté de ser cuidadoso en la calle. Lo que sí ocurrió es que me convirtiera en un lector casi compulsivo. 
     Hice radio. Escribí artículos para diarios y revistas. Dirigí una revista de poesía. Publiqué libros, cuadernos, plaquetas. Desconozco premios que me hayan otorgado, por lo que descarto que haya recibido alguno. (…) 

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