31/8/09

Cuando llueve el mundo es otro, 1985-1990


Se cumple un año de la aparición de Sismo Trapisonda (número 1, agosto de 2008), revista urbana que aparece en CD, dirigida por Sebastián Lalaurette. En ese número debut se publicó "Cuando llueve / el mundo / es otro", texto inédito de 1985-90.

Cuando llueve
el mundo
es otro

Hospital A. Korn
- Melchor Romero -
(1985-1990)


“Dejadme vivir con mi locura,
llegaré al cielo o al infierno.
Quiero vivir el tiempo libre,
irreal, sutil, diáfano y bello.”

Roque Bernardo Molina
(poeta, internado en Sala Bayle)


Del otro lado

ruidos ajenos
acompañan

otra mañana




Instante

lo soporta
      la lluvia

con voluntad de pájaro




La única verdad es

¿la verdad preludia
           esta realidad
                    ficticia?


El pacto

el hombre basflema
contra sí
          mismo
                   hombre pájaro

esmirriado
         nota la caí
                          da
                        al producirse


Piropo

en los corredores
   el calderista
          es bossa una sonrisa

     qué divino papito
para futuros hijos


Alcanfor

el cadáver
          desciende

objeto de su
     propia melanco-
                             lía un pitillo

llega a mí
           y observa

su olor
           impregna

la mañana
            con una fría
                                   caricia


¿Quién soy?

no soy aquello
      qué quieren de mí

tampoco
        el que quisiera

entre uno y otro

aquí
       en este pabellón
           
             poco importa


El regreso

en un sino
triturado
de abismos
       muere la noche

cuando el rocío
se marchaba
        “hola” dijo

y las manos
se deshacían

           abarrotadas

de necesario afecto


El muchacho ángel

           el muchacho entró
a la caldera
y sacudiendo sus alas
                                 desovó

“soy sol o sustancia”
“un espíritu que anida
en el mí”
“el mismo”

y dando
          la espalda se voló

                            al día

                                   a dar batalla


El muchacho en la caldera

dije sorprendido

–desconozco cuál
es el truco

–¡quiero retruco! –ni perezoso
               ni corto largó
                       el muchacho

y divertido desaparecía
    con el tajeado estó mago

                     atado

            entre sus manos

             de al hambre


El muchacho observa el cielo

– la cosa está difícil
–cómo decís
–la casa no es nuestra


El muchacho en el pabellón

estamos chapoteando en el luto
              sin conocer la alegría

como planta de agua
            sin raíces estamos

                          clamaba

a boca de jarro

                          vacío


El muchacho canta un bolero

apasionado quiero estar
   pero sabes el amor
               es tan extraño

apasionado como ya no
                recuerdo

apasionado quiero pero
                no haces caso a

                       mis pal-
                  abras y tu
                               corazón

                                     lejos
al otro lado
                                     del mar


Bolero

machucado corazón –dijo
                        y se lo sacó


Medio mundo otro

cuando llueve
cierras los ojos
al mundo

oscuridad de observar
           más allá d
                             el
                             sol

   cuando llueve
   el mundo
                            es
                            otro


Lluvialma

la lluvia ay
        penita castiga sin

               misericordia

la orfandad del alma

toda ternura
         desconocida lame
                  los despojos

                                      ojo

en la oscuridad
              deliramos
                                      luz


Arquitectura del alma

estar huérfano de dignidad
                               es estar
                                     muerto

como sólo un hombre sabe
buscar en el secreto
                         de la vida ser
uno y su alma
                     el edificio
                           se incendia
de corazón de hombre
               sangra
                              un líquido celeste


Estrellas

caen lágrimas
       del cielo:
                    estrellas

enfermeros dicen
            “es lluvia”

las estrellas “no
              caen” aclaran

“solo son partículas
                descompuestas”

prefiero pensar
         con ellos yo sé

             que son es-
                             trellas

      mágicas de cielo
              como hojas
                    cayendo
                         de un árbol

      pero
           ¿de qué ojos?


Dormir

nadie ve la
            muerte o la vida

              ellos duermen el día
           la noche

señor: ¿dormir es
           cerrar ojos
                     y no pensar?

en el pabellón cinco
de la clínica de mentales
                 se duerme

                          con ojos abiertos


Transito

aquí yace
    la ilusión profa-
                            nada

nadie quiere

                   olvidar

lamentos
         asidos para
           siempre

todo cae
    pierde
           sentido
                   ¿muere?


Des amor

son horas de
       fatigada llovizna

internos hurgan

      sus manos doloridas

nadie los espera

¿nadie los ama?


Hospicio

pequeña ciudad

habitada por hombres




La línea de los versos debe funcionar como en un electroencefalograma. Imágenes: hojas de electroencefalogramas tomados a pacientes del hospital neuropsiquiátrico de Melchor Romero. Sobre estas hojas escribí las primeras versiones de los poemas.

24/8/09

Postal ´78 (1)



Papá está contento, le cuenta a Mamá que ahora sí vamos a salir adelante. Lo escucho desde mi pieza, que está con la puerta entornada esperando a Andrea que fue al baño a pintarse los ojos y los labios.
Están los dos en la cocina. Mamá, callada como siempre. Papá entusiasmado por el nuevo rumbo que va a tomar el país, definitivamente. Seguro está poniendo yerba al mate, esa yerba tan fuerte, que siempre dejo pasar las primeras vueltas. Hacía mucho que no lo escuchaba así, desde fines del verano del golpe. Después entró en un mutismo absoluto. Era muy poco lo que contaba de su trabajo, salvo cuando venían sus amigos. Ahí se lo veía aguerrido, y levantando la voz, afirmando que el camino tomado era el correcto, cueste lo que cueste.

Escucho brotar el ruido del inodoro, y enseguida el agua de la canilla del vanitory mojando, imagino, las manos de Andrea. Siento cerrar la canilla y hasta la toalla secar apaciblemente sus manos. Lo primero que hago cuando entra al cuarto es tomárselas, y sentirlas aún húmedas, y llevarlas a mi rostro. Luego las bajo, lentamente, por mis hombros, hasta mi pecho, y la miro a los ojos con pasión. La siento emocionada, pero con temor; estar ahí en mi cuarto, con mis padres en la cocina. La beso, suave, muy suave, sus labios rojos en mi boca, su piel. Nos abrazamos, siento temblar su cuerpo junto al mío, beso sus mejillas, su nariz, sus ojos; mi mano acaricia su pecho, pequeño, duro. Vamos perdiendo el temor, ya no atiendo más la voz de mi padre. Sólo somos Andrea y yo, sólo ella y yo. Hasta que el grito descolocado de mamá nos paraliza, en el momento justo en que Andrea logra desprender mi sostén.


Foto: Jmp

18/8/09

Anotaciones en el Río de La Plata

(Fragmento)

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deserté
de la foto deserté
agujas incrustadas
en el rostro desaparecido

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lavo las heridas
las lavo
con papeles de asbesto
con el cuidado de una madre
lavo

su partida
prematura la caída
final

---
mojada tierra
por brazos del sol
orinada

13-6-90

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© José María Pallaoro
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12/8/09

Mundos

si ansío la lluvia
la lluvia no aterra

solo una delgada
neblina de fuego

contamina
el aire

como esta bizarra
bruma infeliz

de un mundo real
no compartido

1989

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© José María Pallaoro
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4/8/09

La madre tierra


Luego de la tormenta, desentierra algunos de sus muertos. Osamentas descarnadas, guardadas celosamente en días anteriores a la anticipada lluvia. Y apretando entre sus patas delanteras a uno de esos cadáveres lo comienza a lamer. Una y otra vez. Lame una y otra vez, como en una ceremonia. Hasta liberar el último presagio. Para que brille, sin moscas, nuevamente al sol, enrojecida de nada.


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Foto: jmp
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© José María Pallaoro
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1/8/09

La fiesta

Falta poco, apenas, una eternidad.
Ella canta de una primavera gris, azulada, que crece hacia un verde de espera.
Vendrá. La noche. Los amigos. La familia. Estarán en nosotros. Nosotros en ellos. Hasta que las velas ardan. O el silencio del nuevo día reine otra vez. En la casa. Vacía.

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© José María Pallaoro
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