18/6/15

Mundo despierto 1, textos



Lunas

     La luna, la de esta noche, no se parece en nada a la palabra “luna”. Es una luz al alcance de la mano si estamos sin anteojos o lejos de la palabra que la nombra.


Miro la luna ¿para decirte?
Escribo “luna” ¿para encontrarte?


Ni lo uno ni lo otro, solo ausencia de vos en los ojos y en las manos.



Otra luna

     Tuvimos como bosque
una escindida de dos
en la luna desierta.

Nada.

Pensaba en la arena
y en el viento
y en las ramas que se sacudían.



Otro idioma

     Al entrar, bajo el hechizo de una inmensa luna, recordé además: “Nunca supe otro idioma que no fuera el de tus besos bajo la alfombra”.



Manos frías

     ¿Qué se debe hacer en una tarde de lluvia? ¿Esperar? No deseo caer en la trampa del mañana.

En el ayer, mis dedos estaban fríos. Decías eso, entre versos de Idea y Alejandra. “Tus manos están frías”.

¿Qué otra cosa es la soledad?



Ramas desnudas

     En las cuitas del hacer
trabajando
desde tempranito

en el atrás,
un humo de guitarra no
dejaba nacer al sol.

Sepan entender
el volver a escuchar
las ramas desnudas.



Transparencias

     Busco en los libros alguna palabra. Encuentro respiro en las ramas del sauce, abanico ***, *** de la mañana. El cielo limpio y la luz artificial iluminan la pantalla. El sol da la espalda a esta hora del tempranar. Es sábado, y no cambié los vestidos de los parpados sin luz. ¿Estoy envuelto aún? ¿La brisa del entrar por la ventana, los libros y las palabras representan la sensualidad de lo real? ¿Lo real cae en nuestros cuerpos como lo que fue, es, será? Leo recuerdo, y el respiro se carga de la visión de un nido de barro, seco, allá, arriba, tras las rejas del no salir, tras el ladrido del perro que me convoca. Miro la ventana, las rejas, el verde sacudido por un día donde nadie sabe del color de las hojas ni de la transparencia de las palabras.



Como arriba abajo

     Como si la nada del todo en el subir y bajar
moviesen el mundo otro y nuestro.

Arriba, los árboles nutren sus raíces y golpean, y
golpean.

Abajo, la copa de vino derrama en el se va
y humedece la noche del venir,
descansa viento de quedarse.



El desierto

     Otro aire, nuevo, libera el miedo y la rutina, las ligaduras de la diversidad.

Solos, en el ahora de las palabras, uno de los dos –no importa quién– trae el mar para mojar los cuerpos y cruzar el desierto.

City Bell, marzo de 2012.


*


Amor duerme

     Amor duerme. Hoy no se siente bien. Escribió con prolija letra, en el espejo de los enamorados infieles, otro día, otra tarde, otro lugar.

Amor duerme. Como ayer, y antes del ayer, no se siente bien. Prefiere descansar. Otro día, otra tarde, otro lugar.

Amor duerme, y yo, en mi insomnio acurrucado de frío, espero su despertar. Espero, con la esperanza del también dormir.


En Mundo despierto 1, antología. Libros de la talita dorada, 2014.

6/6/15

Antidomingo 14 de junio


La instrumentista

“En el alba de callados venenos
amanecemos serpientes.”
Octavio Paz


A veces me siento depositario de una sensibilidad que me aterra como en este momento que comienzo a escuchar una flauta, pequeña seguramente por la fragilidad del sonido; un fagot exiguo tal vez no aclare nada, si las cuerdas, en caso de ser un clavecín de estas características, no estuvieran pulsadas por un virtuoso instrumentista; y me deleito con la música, en una exquisita borrachera imagino a una concertista de apacibles y deliciosas manos abrazando un diminuto violín que bien podría ser una mandolina; la mujer es de exótica y armónica belleza, la degusto fascinado, pero ella parece desconocer mi destino; mientras continúa extrayendo notas de ese violonchelo cuasi humano, la mujer de mi ensueño se renueva difuminada en la lluvia; al concluir con el último de los acordes abandona el clavicordio sobre la desnuda habitación y levantándose con una sonrisa de gozo desmedido se dirige a mi encuentro. Ahora una serpiente se enrosca a mi columna vertebral, y siento mi cuerpo transfigurado en forma y peso; la instrumentista hurga entre mis cuerdas como en un mágico theremin y comienza a sonar el más triste de los blues.


1989