19/6/08

CARTA ABIERTA 2: POR UNA NUEVA REDISTRIBUCIÓN DEL ESPACIO DE LAS COMUNICACIONES

Carta Abierta / 2

Por una nueva redistribución del espacio de las comunicaciones


La sustitución de la vigente Ley de Radiodifusión, anacrónica y reaccionaria, establecida por la dictadura militar en 1980, por un nuevo marco jurídico acorde con los tiempos y a la institucionalidad democrática, es hoy un horizonte tangible, más de lo que nunca fue desde diciembre de 1983. Pero la experiencia de los argentinos en estos veinticinco años que van de gobiernos constitucionalmente elegidos también indica que los proyectos de ley que hoy se están escribiendo pueden eventualmente ir a parar al mismo cajón al que fueron los treinta y siete proyectos que alcanzaron estado parlamentario en este lapso, incluidos dos propuestos por el Poder Ejecutivo, empantanados todos ellos entre las presiones corporativas y la triste ausencia de decisión política gubernamental.En la relación entre la eventual sanción de una nueva ley y el momento que vive el país puede advertirse una característica doble. Por una parte, la crítica coyuntura desatada a partir de la puja que inició el empresariado rural hace casi tres meses nos entrega ahora la visión del abismo, y toda cuestión que se interponga parece destinada a una consideración adecuada, en ese marco, sólo cuando se haya ya diluido este azoro en el que los argentinos nos encontramos sumidos. A la vez, ha sido precisamente este mismo conflicto, la textura de su día a día, el gran responsable de exponer en toda su crudeza la carnadura concreta del poder desplegado por el sistema mediático, el mismo que en tantas ocasiones supo recitarse sin mayor convicción.No hace falta referirse a los lugares ya comunes acerca del tratamiento marcadamente desigual para cada uno de los muchos actores de la escena, o a la permanente sobredramatización de acontecimientos conexos al conflicto, tales como el desabastecimiento, los intentos de corrida contra el peso, la crisis económica, etc. Tal vez quepa, en cambio, llamar la atención sobre cuestiones más elementales y más graves, tan instaladas que cuesta distanciarse de ellas para retomarlas en su justa dimensión, tales como el bautismo con una intención mítica bucólica de “el campo” para lo que es un sector de productores en busca de mayor rentabilidad, o la descripción permanente del conflicto como entre “dos sectores” equivalentes, o ¿más curioso aún? el borramiento radical de todos los reclamos por la calidad institucional que hasta días antes bañaban los medios cuando quienes deterioran de manera ostensible esa calidad institucional reclamada son otros que el mismo gobierno. Cada uno de estos casi imperceptibles dispositivos resulta mucho más distorsivo para la vida político-cultural del país que, incluso, los gestos de discriminación social, visibles y groseros.No se trata de imaginar conspiraciones ni tampoco de pensar de modo simplificador y añejo en el poder mecánico de los mensajes massmediáticos. Pero se trata, sí, de reconocer en los medios masivos a los operadores privilegiados del modo en el que se articulan y escanden discursos de amplia circulación social. Pero no discursos cualesquiera. Porque se trata de reconocer, en fin, su capacidad para recoger, organizar y devolver legitimadas, en especial, las formas más maniqueas, más silvestres y más ansiógenas del propio sentido común de las capas medias y sus elementales fantasmas. Esta es la lógica de los medios masivos y, en particular, de los audiovisuales. Ellos repiten el latiguillo de que entregan al público lo que el público quiere. Pero omiten que esa supuesta demanda es el resultado de una construcción que explota y abusa comercialmente, mediante el exhibicionismo, la banalización, la tragedia o el escándalo fáciles los peores resortes de cualquier audiencia. No hay conspiraciones, vale insistir. Simplemente se llama búsqueda del lucro en el capitalismo avanzado. O más sencillamente “marketing”.Este fenómeno no es una exclusividad argentina. Por el contrario. Pero lo que sí constituye parte de un casi privilegio nacional (hay otros países en América latina que comparten ese privilegio) es el triple dato de: (a) la extraordinaria concentración de las empresas que disputan el mercado de la comunicación, (b) la debilidad, por no decir casi inexistencia, de un sistema de medios estatal/cultural y de uno comunitario, y (c) el vacío normativo en el que se desenvuelven, vista la inoperancia y la caducidad de facto de la Ley de Radiodifusión de 1980.Para entender el grado paleolítico en el que nos movemos, baste observar las líneas aplicadas en la materia en el marco de la Unión Europea o en Canadá, entre muchos otros países “serios”, así como las directrices políticas para abordar el futuro tecnológico en cuestiones como protección a la diversidad, mandatos de desconcentración y fortalecimiento de medios públicos. El caso de la reformulación de Radio Televisión Española es otra muestra en este sentido.Estos ejemplos de regulación estatal no indican limitaciones a la sacrosanta “libertad de prensa”. Nadie, en esos países, lo asume de semejante modo, ni los propios grandes medios de comunicación. Y ello es un cuarto rasgo de la especificidad argentina: el más mínimo gesto de parte de cualquier institución de la sociedad que se vuelve sobre los medios alcanza para que su tarea sea veloz y cómoda y mezquinamente denunciada como una amenaza a la libertad de expresión. Incluso los poco conducentes ¿pero de moda? “observatorios” que desde hace algunos años pululan por doquier. Y hasta se dan el lujo de reclamarle a la universidad pública, en nombre del resguardo de esa mal entendida libertad de expresión, que no opine públicamente sobre la situación del periodismo.Es que las empresas mediáticas se han erigido en los auténticos representantes del pueblo, bajo la excusa de la evidente crisis de fondo que padecen los partidos políticos en Argentina (como en buena parte de Occidente). Es un pretexto engañoso: en su ejercicio, los grandes medios coadyuvan a la agonía de las organizaciones partidarias a cuya suplencia, supuestamente, concurren solidarios. El mecanismo es simple: los grandes medios dicen darles espacio a todas las voces (a todas las voces que invitan, claro), y por carácter transitivo aparecen como depositarios de la soberanía. Desde tan inmaculado lugar, juzgan a gobiernos, a parlamentos, a jueces, absorben la sabiduría de los expertos y las emociones de los sufrientes, diseñan los sueños de la audiencia sin pretensiones para luego acompañarla y premiarla, denuncian delitos, testimonian crímenes, editorializan sobre cualquier sector, compran o fabrican prestigios para más tarde re-venderlos, mientras recurren a los golpes fáciles y a la repetición infinita de sí mismos para lidiar en el mercado del rating y concluir presumiendo que, a ellos, “la gente los elige todos los días” en una suerte de comicios “más directos” que aquellos donde concurren cada dos años las fuerzas partidarias y la ciudadanía. Pero guay que a alguien se le ocurra señalar que también entre ellos, los grandes medios erigidos en jueces supremos, hay, por ejemplo, corrupción, venta de servicios informativos y simbólicos al mejor postor o intereses espurios. En ese instante las pugnas por el rating se suspenden, la corporación cierra sus filas y hasta las voces de los grandes medios europeos o norteamericanos acuden en su ayuda. Es que ¿cómo habrían de ser falibles si apenas se dedican a testimoniar “objetivamente” lo que ocurre? Y la falacia se cierra sobre sí misma.Todos los gobiernos de las últimas décadas han optado por negociar el apoyo de esta corporación antes que meterse en el sin embargo impostergable desafío de plantear reglas que deberían ser casi obvias, referidas a la actividad de estas instituciones, tan pasibles del sometimiento a normas elementales como cualquier hijo de vecino. Por ello es que el propósito expreso del gobierno de Cristina Fernández de sancionar un nuevo marco jurídico constituye una circunstancia de excepcional importancia y de un alcance político-cultural mucho mayor que las alícuotas de las retenciones sobre la exportación agropecuaria.Porque el espacio que instituyen los medios masivos, a través de sus pantallas y de sus sintonías, de sus páginas impresas o de sus sitios web, es un espacio social, y más aún, un espacio público que, por ende, pertenece a todos y al que todos, o al menos muchos más que ahora, deberían poder acceder para transitar por él con relativa libertad. Un espacio público que, salvadas todas las obvias distancias, no debería merecer un trato sustancialmente distinto al que merecen otros espacios públicos, donde sería inadmisible que una corporación privada, con reglas establecidas por un complejo armado de contratos poco o nada transparentes entre particulares, terminara definiendo quién pasa y quién no, qué palabra vale y cuál no, qué representación de los problemas sociales resulta válida para ser puesta en circulación y cuál no.Por esto entendemos imprescindible:- Garantizar el pluralismo, la diversidad y el derecho a la información y la comunicación como derecho humano.- Poner límites a la concentración, los oligopolios y los monopolios porque afectan a la democracia y restringen la libertad de expresión.- Establecer claramente el rol del Estado como regulador, árbitro y emisor de características públicas y no gubernamentales.- Proteger las producciones locales y nacionales como única vía de garantizar la multiplicidad de voces.- Garantizar la existencia de tres franjas de radiodifusores: privados con y sin fines de lucro (entre estos últimos incluidos los comunitarios) y estatales.- Adoptar los mecanismos para que el acceso a las señales de radiodifusión no sea un derecho meramente declamativo, no sólo por la cantidad de medios que cubran el territorio nacional, sino también por el manejo de exclusividades en derechos de exhibición de contenidos de evidente interés público y repercusión social.- Prever que las organizaciones sociales así como las provincias y las universidades tengan participación en las instancias de decisión de las autoridades en la materia, así como que los mecanismos de asignación sean transparentes y sujetos al escrutinio público.Los puntos que se proponen están destinados a que la actividad de los medios electrónicos en la Argentina responda a parámetros de normalidad en el mundo que nos toca y que se compadezca con estándares de libertad de expresión reconocidos en los ámbitos de las organizaciones supranacionales de derechos humanos. No son para nada circunstancias que se puedan entender como limitativas de la libertad de nadie, en tanto nadie suponga que en nombre de su propia libertad tenga posibilidad de impedir que otros se integren al ejercicio de la que disfruta.De lo que se trata, en palabras cortas, es de hacer llegar la democracia hasta el territorio de la comunicación y redistribuir el derecho a la palabra comunitaria (capital tan importante como cualquier otro), asignaturas ambas pendientes cuando menos desde 1983.Restituir el espacio mediático a su auténtica condición de espacio público supone un acto del más estricto credo liberal, comparable al establecimiento de la libertad de cultos religiosos, radicalmente acorde a la defensa básica de la libertad de expresión y de la expansión de los derechos humanos de nuestro tiempo. Es tanta la fuerza inercial del actual modelo corporativo (que, dicho con rigor y pese a sus declamaciones, es profundamente antiliberal) que intentar esta restitución promete convertirse en una auténtica gesta emancipatoria que requerirá de todos los apoyos que puedan ofrecerse. La verdadera libertad de prensa es el progresivo objetivo a lograr con una nueva legislación sobre comunicación social y sobre participación y derechos ciudadanos, frente a la falacia de la “libertad de prensa” reducida al juego de los grandes capitales e intereses políticos mediáticos.Dirán algunos, y con razón, que este mismo gobierno (o su predecesor inmediato) es el mismo que durante cinco años ha autorizado y favorecido el aumento de la concentración (por ejemplo, la autorización de la operación conjunta de Cablevisión y Multicanal y su posterior solicitud de fusión) o ha concedido inconcebibles y graciosas suspensiones de cómputo de diez años en los plazos de licencias a los titulares de concesiones televisivas, radiales y de cable, violentando la ley, la sensatez, la lógica del calendario y el criterio democrático; ha ignorado la justa petición de cumplimiento de 21 puntos a favor de la democracia comunicacional, suscripta por un centenar de organizaciones profesionales y de derechos humanos, y ha ofrecido una y otra vez la vista gorda a cambio de apoyos tácticos. Todo ello es cierto. Pero cabe ahora abrir un cuidadoso crédito a la esperanza, y de pleno apoyo. El gobierno nacional se ha comprometido públicamente a dar un decisivo paso adelante en esta materia. Nada garantiza que cinco minutos antes de la hora no opte por una legislación lavada, que deje sustancialmente las cosas como están, con algunos retoques técnicos. Pero lo cierto es que nunca como en la actual coyuntura el problema comunicacional se ha debatido tanto, y tan coincidentemente en apoyo de una nueva legislación democratizadora: en el propio gobierno, en poderes provinciales y municipales, en foros, universidades, sindicatos, movimientos sociales, agrupaciones políticas, mundos académicos, espacios artísticos y literarios, organizaciones no gubernamentales, grupos feministas, experiencias comunitarias y en el propio sector de los periodistas y trabajadores de la información. Con ese respaldo de conciencia política se cuenta. Existen circunstancias en la vida de una nación en que los dirigentes comprenden la pequeñez del puro cortoplacismo. Ojalá ésta sea una de ellas. Cultural y políticamente la sociedad se merece otra lógica, otra libertad y otras voces que se sumen al diálogo cotidiano sobre qué país se quiere y se enuncia. Es una época la que está a la espera de los actores que la merezcan.

Carta Abierta es un espacio de participación para la discusión y la intervención en las políticas públicas, en defensa de un gobierno democrático popular amenazado, preservando siempre la libertad de crítica.
El grupo está conformado por personas de la cultura, la educación, el periodismo, las ciencias, el cine, las artes, la poesía y la literatura, entre otras disciplinas.

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CARTA ABIERTA 1

Carta Abierta / 1

Como en otras circunstancias de nuestra crónica contemporánea, hoy asistimos en nuestro país a una dura confrontación entre sectores económicos, políticos e ideológicos históricamente dominantes y un gobierno democrático que intenta determinadas reformas en la distribución de la renta y estrategias de intervención en la economía. La oposición a las retenciones -comprensible objeto de litigio- dio lugar a alianzas que llegaron a enarbolar la amenaza del hambre para el resto de la sociedad y agitaron cuestionamientos hacia el derecho y el poder político constitucional que tiene el gobierno de Cristina Fernández para efectivizar sus programas de acción, a cuatro meses de ser elegido por la mayoría de la sociedad.
Un clima destituyente se ha instalado, que ha sido considerado con la categoría de golpismo. No, quizás, en el sentido más clásico del aliento a alguna forma más o menos violenta de interrupción del orden institucional. Pero no hay duda de que muchos de los argumentos que se oyeron en estas semanas tienen parecidos ostensibles con los que en el pasado justificaron ese tipo de intervenciones, y sobre todo un muy reconocible desprecio por la legitimidad gubernamental.
Esta atmósfera política, que trasciende el «tema del agro», ha movilizado a integrantes de los mundos políticos e intelectuales, preocupados por la suerte de una democracia a la que aquellos sectores buscan limitar y domesticar. La inquietud es compartida por franjas heterogéneas de la sociedad que más allá de acuerdos y desacuerdos con las decisiones del gobierno consideran que, en los últimos años, se volvieron a abrir los canales de lo político. No ya entendido desde las lógicas de la pura gestión y de saberes tecnocráticos al servicio del mercado, sino como escenario del debate de ideas y de la confrontación entre modelos distintos de país. Y, fundamentalmente, reabriendo la relación entre política, Estado, democracia y conflicto como núcleo de una sociedad que desea avanzar hacia horizontes de más justicia y mayor equidad.
Desde 2003 las políticas gubernamentales incluyeron un debate que involucra a la historia, a la persistencia en nosotros del pasado y sus relaciones con los giros y actitudes del presente. Un debate por las herencias y las biografías económicas, sociales, culturales y militantes que tiene como uno de sus puntos centrales la cuestión de la memoria articulada en la política de derechos humanos y que transita las tensiones y conflictos de la experiencia histórica, indesligable de los modos de posicionarse comprensivamente delante de cada problema que hoy está en juego.
En la actual confrontación alrededor de la política de retenciones jugaron y juegan un papel fundamental los medios masivos de comunicación más concentrados, tanto audiovisuales como gráficos, de altísimos alcances de audiencia, que estructuran diariamente «la realidad» de los hechos, que generan «el sentido» y las interpretaciones y definen «la verdad» sobre actores sociales y políticos desde variables interesadas que exceden la pura búsqueda de impacto y el raiting. Medios que gestan la distorsión de lo que ocurre, difunden el prejuicio y el racismo más silvestre y espontáneo, sin la responsabilidad por explicar, por informar adecuadamente ni por reflexionar con ponderación las mismas circunstancias conflictivas y críticas sobre las que operan.
Esta práctica de auténtica barbarie política diaria, de desinformación y discriminación, consiste en la gestación permanente de mensajes conformadores de una conciencia colectiva reactiva. Privatizan las conciencias con un sentido común ciego, iletrado, impresionista, inmediatista, parcial. Alimentan una opinión pública de perfil antipolítica, desacreditadora de un Estado democráticamente interventor en la lucha de intereses sociales.
La reacción de los grandes medios ante el Observatorio de la discriminación en radio y televisión muestra a las claras un desprecio fundamental por el debate público y la efectiva libertad de información. Se ha visto amenaza totalitaria allí donde la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA llamaba a un trato respetuoso y equilibrado del conflicto social. En este nuevo escenario político resulta imprescindible tomar conciencia no sólo de la preponderancia que adquiere la dimensión comunicacional y periodística en su acción diaria, sino también de la importancia de librar, en sentido plenamente político en su amplitud, una batalla cultural al respecto.
Tomar conciencia de nuestro lugar en esta contienda desde las ciencias, la política, el arte, la información, la literatura, la acción social, los derechos humanos, los problemas de género, oponiendo a los poderes de la dominación la pluralidad de un espacio político intelectual lúcido en sus argumentos democráticos. Se trata de una recuperación de la palabra crítica en todos los planos de las prácticas y en el interior de una escena social dominada por la retórica de los medios de comunicación y la derecha ideológica de mercado. De la recuperación de una palabra crítica que comprenda la dimensión de los conflictos nacionales y latinoamericanos, que señale las contradicciones centrales que están en juego, pero sobre todo que crea imprescindible volver a articular una relación entre mundos intelectuales y sociales con la realidad política.
Es necesario crear nuevos lenguajes, abrir los espacios de actuación y de interpelación indispensables, discutir y participar en la lenta constitución de un nuevo y complejo sujeto político popular, a partir de concretas rupturas con el modelo neoliberal de país. La relación entre la realidad política y el mundo intelectual no ha sido especialmente alentada desde el gobierno nacional y las políticas estatales no han considerado la importancia, complejidad y carácter político que tiene la producción cultural. En una situación global de creciente autonomía de los actores del proceso de producción de símbolos sociales, ideas e ideologías, se producen abusivas lógicas massmediáticas que redefinen todos los aspectos de la vida social, así como las operaciones de las estéticas de masas reconvirtiendo y sojuzgando los mundos de lo social, de lo político, del arte, de los saberes y conocimientos. Son sociedades cuya complejidad política y cultural exige, en la defensa de posturas, creencias y proyectos democráticos y populares, una decisiva intervención intelectual, comunicacional, informativa y estética en el plano de los imaginarios sociales.
Esta problemática es decisiva no sólo en nuestro país, sino en el actual Brasil de Lula, en la Bolivia de Evo Morales, en el Ecuador de Correa, en la Venezuela de Chávez, en el Chile de Bachelet, donde abundan documentos, estudios y evidencias sobre el papel determinante que asume la contienda cultural y comunicativa y las denuncias contra los medios en manos de los grupos de mercado más concentrados. Es también en esta confrontación, que se extiende al campo de la lucha sobre las narraciones acerca de las historias latinoamericanas, donde hoy se está jugando la suerte futura de varios gobiernos que son jaqueados y deslegitimados por sus no alineamientos económicos con las recetas hegemónicas y por sus «desobediencias» políticas con respecto a lo que propone Estados Unidos. Reconociendo los inesperados giros de las confrontaciones que vienen sucediéndose en esta excepcional edad democrática y popular de América Latina desde comienzos de siglo XXI, vemos entonces la significación que adquiere la reflexión crítica en relación a las vicisitudes entre Estado, sociedad y mercado globalizado.
Uno de los puntos débiles de los gobiernos latinoamericanos, incluido el de Cristina Fernández, es que no asumen la urgente tarea de construir una política a la altura de los desafíos diarios de esta época, que tenga como horizonte lo político emancipatorio. Porque no se trata de proponer un giro de precisión académica a los problemas, sino de una exigencia de pasaje a la política, en un tiempo argentino en el que se vuelven a discutir cuestiones esenciales que atraviesan nuestras prácticas. Pasaje hacia la política que nos confronta con las dimensiones de la justicia, la igualdad, la democratización social y la producción de nuevas formas simbólicas que sean capaces de expresar las transformaciones de la época.
En este sentido es que visualizamos la originalidad de lo que está ocurriendo en América Latina (más allá de las diferencias que existen entre los distintos proyectos nacionales) y los peligros a los que nos enfrentamos, peligros claramente restauracionistas de una lógica neoliberal hegemónica durante los años noventa. Teniendo en cuenta esta escena de nuestra actualidad, nuestro propósito es aportar a una fuerte intervención política –donde el campo intelectual, informativo, científico, artístico y político juega un rol de decisiva importancia– en el sentido de una democratización, profundización y renovación del campo de los grandes debates públicos. Estratégicamente se trata de sumar formas políticas que ayuden a fecundar una forma más amplia y participativa de debatir. Nos interesa pues encontrar alternativas emancipadoras en los lenguajes, en las formas de organización, en los modos de intervención en lo social desde el Estado y desde el llano, alternativas que puedan confrontar con las apetencias de los poderes conservadores y reactivos que resisten todo cambio real.
Pero también que pueda discutir y proponer opciones conducentes con respecto a los no siempre felices modos de construcción política del propio gobierno democrático: a las ausencias de mediaciones imprescindibles, a las soledades enunciativas, a las políticas definidas sin la conveniente y necesaria participación de los ciudadanos. Una nueva época democrática, nacional y popular es una realidad de conflictos cotidianos, y precisa desplegar las voces en un vasto campo de lucha, confiar, alentar e interactuar. En este sentido, sentimos que las carencias que muchas veces muestra el gobierno para enfocar y comprender los vínculos, indispensables, con campos sociales que no se componen exclusivamente por aquellos sectores a los que está acostumbrado a interpelar, no posibilitan generar una dinámica de encuentro y diálogo recreador de lo democrático-popular.
Creemos indispensable señalar los límites y retrasos del gobierno en aplicar políticas redistributivas de clara reforma social. Pero al mismo tiempo reconocemos y destacamos su indiscutible responsabilidad y firmeza al instalar tales cuestiones redistributivas como núcleo de los debates y de la acción política desde el poder real que ejerce y conduce al país (no desde la mera teoría), situando tal tema como centro neurálgico del conflicto contra sectores concentrados del poder económico. Todo lo expresado y resumido da pie a la necesidad de creación de un espacio político plural de debate que nos reúna y nos permita actuar colectivamente. Experiencia que se instituye como espacio de intercambio de ideas, tareas y proyectos, que aspira a formas concretas de encuentro, de reflexión, organización y acción democrática con el gobierno y con organizaciones populares para trabajar mancomunadamente, sin perder como espacio autonomía ni identidad propia. Un espacio signado por la urgencia de la coyuntura, la vocación por la política y la perseverante pregunta por los modos contemporáneos de la emancipación.
Buenos Aires, 19 de abril de 2008

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17/6/08

Por qué vamos a la plaza


Por qué vamos a la plaza

Hoy (por mañana miércoles 18 de junio) a las 13 nos concentramos en Avenida de Mayo y Perú, en defensa de la democracia y en reclamo de mayor distribución de la riqueza y participación popular.

Lo haremos desde nuestra propia identidad y sin ahorrar críticas al Poder Ejecutivo Nacional, pero en respaldo de la institucionalidad democrática y de las medidas progresivas que enfurecieron a una nueva derecha que usa la retórica del diálogo y el consenso y se envuelve en los símbolos nacionales mientras pretende mantener sus privilegios. Con lock-out patronal y desabastecimiento no hay vocación de dialogo. Es imprescindible el levantamiento de las medidas de fuerza, y que el gobierno haga una amplia convocatoria a todos los sectores involucrados, para la discusión integral de un nuevo modelo productivo.

Somos miembros de organizaciones sindicales como la CTA, CTERA, la Unión Obrera Metalúrgica, CONADU; de movimientos como Tupac Amaru y Movimiento Nacional Patria Grande; de organismos de derechos humanos como el CELS, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos; de pequeños empresarios, como la Asamblea de PYMES y el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos; economistas del Plan Fénix; decanos y profesores universitarios, científicos e investigadores; sacerdotes en opción por los pobres; dirigentes políticos que demostramos la posibilidad de construir alternativas populares sin clientelas ni aparatos; intelectuales y artistas integrantes del agrupamiento Carta Abierta y ciudadanos sin militancia partidaria ni institucional.

No formamos parte del gobierno. Objetamos la destrucción del INDEC y la construcción del tren bala, la negativa a reconocer la personería de la CTA y la alianza con sectores de la mal llamada burguesía nacional, que fue socia de los gobiernos neoliberales. Consideramos intolerable el mantenimiento de altos niveles de hambre y exclusión en uno de los grandes países productores de alimentos del mundo.

Pero la restauración conservadora en marcha, con el impulso de un sector de la izquierda que imagina protagonizar una revolución agraria, no cuestiona los defectos sino los aciertos del gobierno, al que intenta imponerle sus intereses económicos por encima del interés general, sin reparar en costos ni en métodos. Cuestiona la reconstrucción de la autoridad del Estado luego del colapso de 2002, el saneamiento de la Corte Suprema de Justicia, el juicio a los responsables del Estado terrorista, el drástico descenso de la desocupación, la recuperación del régimen jubilatorio estatal, el establecimiento de un haber para las personas mayores de 70 años que no tenían ninguno, el aumento del presupuesto educativo, la creación de un ministerio de ciencia y tecnología, la política exterior independiente, en asociación con los gobiernos democráticos de Sudamérica. No busca un avance sino un salto atrás.

Contra toda evidencia se acusa de autoritario y soberbio al primer gobierno que ha prohibido el uso de armas de fuego en el control de manifestaciones y se moteja de represión violenta al desalojo con guantes de seda de la ruta del MERCOSUR, por la que desde hace tres meses no se permite el tránsito de mercaderías, obligando a tirar millones de litros de leche y toneladas de frutas y verduras. De ese clima deslegitimador, parecido al que minó la presidencia de Arturo Illia, participan en forma tan entusiasta como irreflexiva sectores de las clases medias urbanas influidos por la cobertura tendenciosa de diarios y canales de televisión temerosos de que se democratice la comunicación de masas.

De esta crisis, no menos grave porque se la niegue, sólo se sale con más democracia y más distribución de la riqueza. Para ello se impone una reforma impositiva integral, que grave a todos los sectores que en estos años han tenido beneficios extraordinarios, como la especulación financiera, la minería y la pesca.

Ésa es la voz propia con la que hoy iremos a la Plaza de Mayo, en defensa del valioso trayecto recorrido desde mayo de 2003 y en demanda de su profundización, con mayor calidad institucional y con la participación popular.
Hugo Yasky, Martín Sabbatella, Horacio Verbitsky, Laura Conte, Juan Gelman, Adrián Paenza, Eduardo de la Serna, Abraham Gak, Juan Pablo Paz, Carlos Heller, Horacio González, Nicolás Casullo, Lilia Ferreyra, Ana Cacopardo, Victorio Paulón, Stella Maldonado, Roberto Baradell, Carlos De Feo, Juan Carlos Junio, Alejandro Dolina, Juano Villafañe, Vicente Battista...

9/6/08

DOS POEMAS “EN MEDIO DE LA LLUVIA” I


aquí y ahora

ahora la noche
permite pintar
los rostros / aquí

en este
momento

como habidas
serpientes
mudando la piel
es decir

como cuando
carole king
(en la vigilia)
nos susurraba
una suave
suave
y dulce
triste

canción

07/1990

cheek to cheek

aspiro todo
me embriago
locamente
alucinado de vos
como con un tórrido
bolero de
bola de nieve
que al derretirse no
sabe mentir que
al des-
hacerse mentirnos no
sabe

1984

Estos dos poemas forman parte de En medio de la lluvia (poemas, 1983-1991, inédito).

3/6/08

JUAN CARLOS MOISÉS: Poesía de José María Pallaoro

LA POESÍA NO CALLA

Los temas en la poesía de José María Pallaoro no son otros que los de la vida de una persona: el amor, la amistad, la soledad, el dolor, la memoria. Los lectores podemos entrar a su poesía como si lo hiciéramos en nuestra propia casa. Parece sencillo (“tan sólo palabras/ para mirarse en el otro”), pero en el nexo que son las palabras, que en el poema se proponen como parte de un encuentro, el recién llegado recibirá lo suyo al mismo tiempo que el poema demandará su aporte. Parece una verdad consabida, pero no lo es tanto cuando su filiación nos dice en rama de qué árbol echa brotes su poesía. La pequeñez, lo transitorio, que en su obra relativamente breve y acotada se hace búsqueda de lo duradero, sólo puede sostenerse cuando “son dos los que danzan”, como lo dice el título de su último libro.
En la concepción poética de José María Pallaoro, el poema no tiene otro ritmo que el de la vida, ni otra respiración. Acaso por ello su poesía, que es cristalina, permite un abordaje franco, aun cuando los temas sean graves, de peso. Es de esa experiencia que participa el lector, de lo cándido a una sutileza frontal. Hacemos nuestra una especie de lucha entre la armonía que se revela en su mirada y la realidad que se disgrega ante ella. Sin lugar para la duda, sus poemas buscan restaurar, restañar heridas, reunir lo disperso, iluminar lo oscuro. El poema es parte de la esperanza. El poema hace lo suyo en la esperanza.
La poesía, en el registro de Pallaoro, ni es monotemática ni se tiñe de una sola tonalidad. No es todo alegría ni todo es tristeza, no es todo claridad ni todo es penumbra. Su estado de ánimo fluye en el poema, deja su impronta variadísima, como la vida misma. El poema se hace en el devenir, con las fluctuaciones de lo cotidiano y, lo que no es menor, con el temple del sentimiento. Contra la tendencia de ver en la poesía contemporánea al sentimiento en retirada, en sus poemas, bien dosificado, ocupa un lugar central. Y ese sentir, que participa de igual modo de la experiencia personal como de la experiencia social, no excluye la búsqueda de sentido, como una mano que busca a la otra en la oscuridad. No sólo que, como resulta obvio, Pallaoro cree en la poesía, sino que, sobre todo, cree en la poesía que cree. La poesía como arma contra el desamor y el olvido. La poesía, se dirá, esa especie de mapa de los sobrevivientes, también puede obrar contra el sinsentido.
La imagen del pájaro, a la vez que la idea de su figura polisémica, visitada por los poetas desde siempre, es convocada de lleno por su poesía. En lo fugaz de esa representación, con un tratamiento levemente aforístico y una adecuada dosificación de la brevedad, se devela sabiduría. Entre el pájaro y el poema, no sólo propone un punto de concurrencia sino también un modo de hacerlo. La vibración del poema, nos dice, es, debe ser, como el movimiento de las alas del colibrí: intensidad en lo más leve. Ante el peso de los acontecimientos de la vida, esa levedad se hace palabra. La levedad que conmueve también es el lugar desde donde se canta. El aire, lo inconsistente, donde esos pájaros adquieren realidad, también es, parece decir, una tierra propicia para ser, como una planta que pudiera crecer en lo desierto.
La poesía de Pallaoro no es ajena al ambiente natural que es la ciudad de La Plata y sus alrededores. La naturaleza se hace palabras para que las palabras puedan hacerse naturaleza. Pájaros, música, espacio, tiempo; dispersas, las imágenes se buscan y se resuelven para dar unidad al poema. El poema que va directo a la cosa, al objeto: sol, ventanal, árboles, hojas, lluvia, luna. Pero también mar, agua, memoria. No puede haber celebración, si no es en compañía. Toda su poesía parece ir a la búsqueda de un orden natural perdido.
Una selección cuidadosa de citas que anteceden muchos de sus poemas nos muestran la tradición de la poesía argentina y universal del siglo XX en la que se inscribe y abreva la poesía de Pallaoro. Del humanismo transparente de Raúl Gustavo Aguirre y de la renovadora invención verbal de Edgar Bailey a la lucidez militante de Juan Gelman y de Paco Urondo. Del dramatismo conceptual de Fernando Pessoa al desgarramiento visceral de Antonin Artaud. Poesía que se hace transparencia, crispación, por la necesidad de nombrar contra el olvido. Los sobrevivientes, nos dice Pallaoro, cantan como pueden pero no callan. Porque la poesía no calla.


Juan Carlos Moisés
Sarmiento, Chubut, abril de 2008.



Juan Carlos Moisés nació en Sarmiento, Chubut, en 1954. Publicó Poemas encontrados en un huevo (1977), Ese otro buen poema (1983), Querido mundo (1988), Animal teórico (2004), Palabras en juego (2006 – 1º premio en el Concurso Patagónico de Poesía Fundación Banco Provincia y Dirección General de Cultura de esa provincia) y Museo de varias artes (2006 – 1º premio Fondo Nacional de las Artes). De 1990 a 1998 dirigió el elenco teatral “Los comedidosmediante”, con el que recorrió varias ciudades del país. Autor de La casa vieja (1991), Pintura viva (1992), Muñecos, un cuento de locos (1993), El Tragaluz (1994), Desesperando (1997) y La oscuridad (2002), todas estrenadas. En tres oportunidades obtuvo el 1º premio en el Encuentro de Teatro del Chubut y fue seleccionado para participar de la Fiesta Nacional del Teatro en Mendoza (1993), Tucumán (1994) y Catamarca (1997). En 1994 El Tragaluz fue premiada en Tucumán y participó de una muestra en el Teatro Nacional Cervantes. Como narrador, dibujante y guionista de historietas ha publicado trabajos en medios gráficos. Vive en su pueblo natal. Dibujo: Juan Carlos Moisés. Foto: Juan Carlos Moisés junto a Raúl Gustavo Aguirre.

23/5/08

23 DE MAYO DE 1926

Memorias

Mi madre duerme

No sé si la lluvia
habitará su casa de hoy
o si nos encontrará
jugando en el jardín

La memoria detrás del sueño
nos cobija a los dos
mientras la lluvia cae

impedida de borrar
lo que no puede morir


Este poema está incluido en el número 2 de el espiniyo / invierno 2005. Dedicado a mi madre que nació en City Bell un 23 de mayo de 1926.

CONCEPCIÓN BERTONE: Un certero golpe en la cabeza del silencio

Un certero golpe en la cabeza del silencio:
La poesía de José María Pallaoro

Por Concepción Bertone (*)

En el poema titulado Saberes, de su libro “Son dos los que danzan”, José Maria Pallaoro dice: “sé que soy/ la garra en la puerta/ de la jaula/ y soy el pájaro/ que se queda/ en un rincón/ sin querer salir”. Ser el pájaro o la pantera de Rilke encerrados en la cabeza y el corazón, es la pura razón de la escritura, la única apertura de la reja. Desde allí escribe el poeta platense, desde ese sentimiento que el cuerpo reconoce como encierro y liberación, y que acepta con Barthes los “saberes” que son la condición de la escritura: “Saber que no escribimos para otro, que esas cosas que voy a escribir nunca harán que me ame quien yo amo, saber que la escritura no compensa nada, que no sublima nada, que está precisamente donde tú no estás”. Tal es su comienzo. Tal su finalidad. La entrega y el despojo de un poeta que trata de anteponer ante todo su don de amor en el hecho poético como en la vida y que por eso preexiste ese hecho poético, porque alguien lo varía en el estilo que está más allá de la literatura, pero estrechamente unido al ser que se es.
De allí deviene una palabra clarísima que se sumerge en su mitología personal, una palabra nítida en la que está todo ofrecido, entregado y tendido en la reticencia sin reticencias: “no me despojo/ de lo que más/ quiero/ sino que/ lo que quiero/ se despoja de mí/ luna/ que en la noche/ callas”. Y esa luna callada que no es para el poeta ni para nosotros una reminiscencia, ni un resabio de felicidad o dolor de algunos momentos, sino suya y nuestra noción de todas las lunas vividas que se funde con la noción de todas las lunas vividas por otros seres. Luna que deja de ser El símbolo de una percepción personal, de una noción particular, para convertirse en el símbolo de un símbolo. Esa silenciosa luna de Pallaoro se torna un significante aislado del idioma y caudal afectivo que se forma en su forma de relacionar las palabras, en esa “hipofìsica” de su palabra donde nos ubica en el tema, en la intimidad de su texto, en la textura de su ideología, en la ventura de su libertad.
En ese lugar, vemos cómo sus recuerdos y sus vivencias confieren a su poesía su materia, mientras la ironía objetiva la visión poética, volviéndose un valor ético y estético, una vía y un aval de comunicabilidad. Y la figura retórica de la ironía, entendida como una postura de pensamiento que va desde el absurdo, como respuesta a la conciencia del vacío existencial, hasta el distanciamiento irónico del yo, en esa posibilidad que ofrece la palabra poética: “No entiende de colores/ confunde el encarnado con la lealtad/ lo racional con la esperanza/ y la pureza con la obscenidad/ No entiende de colores/ por eso pinta”.
El deseo y el Eros hacen lo suyo. La muerte se revierte en otra vida. La herida deja su cicatriz. La piel la acepta. La hace suya. Así Pallaoro llega al concepto de Barthes: el texto es el texto, es el goce comprendiendo el propio cuerpo como escritura. Esta escritura suya que se sitúa en otra realidad, la que resultó de la experiencia del vacío que nos rodea; la realidad más verdadera que da vida al lenguaje y que se nutre de materia gris, del pensamiento: “para saltar sin tiempo/ y violentamente perdido/ hacia otras formas”. “Hacia ese certero golpe en la cabeza del silencio”.

(*) Concepción Bertone nació en Rosario el 23 de abril de 1947. Publicó cuatro libros de poemas: De la piel hacia adentro, 1973; El vuelo inmóvil, Ediciones La Cachimba, 1983; Citas, Ediciones bajo la luna, 1993; Aria Da Capo, Ediciones del Dock y Revista La Guacha, 2006. Realizó Las Cuarenta. Poetas Santafesinas 1922-1981, antología que reúne a tres generaciones de poetas mujeres vivas. La poesía de Bertone está antologada en el país y en el exterior, y traducida a varios idiomas. POEMA: ARIA DA CAPO, Edic. del Dock / La Guacha, 2005. FOTO: Revista de Poesía La Guacha, Nº 21, 2005.

17/5/08

TODA LA RAZÓN DEL MUNDO

Toda la razón del mundo

Ella dice que está en todas partes.
En la cola de un banco, si uno sabe ver, ella está.
En el vagón de un tren de puertas y ventanas inexistentes, ella está.
En los hospitales y salitas de la ciudad. En las canchas de fútbol. En las góndolas de los hipermercados. En las marchas y en las plazas. En los parques ecológicos y en las fábricas que no tiran humo porque están cerradas.

Ella afirma, completamente convencida, que como Dios, está en todas partes.
Yo no sé qué decirle, solo atino a balbucear sin demasiada convicción que hace ya mucho, mucho tiempo, alguien proclamó la muerte de Dios.
Ella sonríe, y en un tono entre burlón y cariñoso me dice que deje de pensar en esas cosas y no hable más pavadas.

Pero es ella la que sigue hablando, ahora con un caramelo en la boca. No entiendo nada de lo que dice, pero para no ofuscarla, cada tanto afirmo con la cabeza.
Mi cabeza, además de ese ademán, piensa en lo hermoso que sería que los dos, en vez de habitar el encierro de esta oscura habitación (donde casi nunca nos encontramos), pudiéramos estar caminando por el parque, pisando las hojas secas, en silencio. Observando los árboles y los pájaros, o ese avión que va dejando una estela en el cielo.

Antes de atragantarse con el caramelo, y como último suspiro, le oigo (en realidad interpreto) decir “…ahí también estoy”. Yo vuelvo a afirmar con un movimiento vertical de cabeza y le digo que tiene toda la razón del mundo. ee


En memoria del padre Carlitos Cajade.
Hasta siempre, compañero.

IRINA BOGDASCHEVSKI: Poesía de José María Pallaoro

Poesía de José María Pallaoro

por Irina Bogdaschevski

Todo poeta percibe con agudeza la realidad que le rodea, la siente como un acontecimiento enorme y a sí mismo como su centro. Cualquier más pequeño fragmento de este panorama que gira alrededor de él, - tiene para éste una importancia inmensa y ese juego eterno de los fragmentos, con su penetrante impulso puede en cualquier momento hacerle feliz o desdichado. Y todo eso no está en condiciones de vivirlo callado. El poeta está hecho de tal manera, que las cosas aparentemente comunes lo estremecen y los estremecimientos, casi sin su voluntad, se reorganizan en él, haciéndose lenguaje concentrado.
Esto puede llamarse la fisiología de la poética, pero también existe su metafísica. Al poeta lo persiguen las ilusiones, como si fuesen las descargas de la electricidad universal de las que se estremece el corazón, como si tuviesen alguna comunicación en clave que está dirigida a todos, pero que sólo el poeta puede leer y descifrar. El universo, que le ha tocado en suerte, está ansioso de que su sentido misterioso fuese expresado por la voz del poeta, por sus palabras. Esta, quizás, es la única chance para el universo de ser comprendido.
El recurso metafísico de José Maria Pallaoro es la profunda y maravillosa melancolía que colorea intensamente el recuerdo desangelado de los vuelos que tanto añoran siempre los humanos. Eso le hace volver todo el tiempo a la imagen del pájaro, su “alter ego”, de ese ser frágil, pero libre de subir las alturas envidiables. Le hace sentir al poeta una admiración por las extrañas propiedades del tiempo: por su paso lento, muy lento o aceleradísimo según la envergadura de las alas. Y el poeta se estremece también al percibir con mayor agudeza que cualquier otro ser humano el pausado goteo de la entropía, que a pesar de todos los esfuerzos de la humanidad por aparentar que nada está sucediendo, sigue su paulatino trabajo destructivo.
La causa de todas estas emociones es siempre aquella que palpita en lo profundo de todo don poético: una sensibilidad excesiva con respecto a la vida, al amor, a la muerte.

PALLAORO: ALGUNOS COMENTARIOS

PÁJAROS CUBIERTOS DE CENIZA (Poemas, 1982-1990) / José María Pallaoro / de la talita dorada, 1999 / 84 pág.

Poesía la de José María Pallaoro que cumple con el difícil ritual del silencio, un silencio expresivo que el poeta sugiere en elipsis, pausas y cesuras para conjurar vacíos, palabras que nombran sueños, sustancias y nombres propios. Intimista pero coloquial, el autor recupera voces contaminantes, delicadas y extremas, para con un cuchillo made in brazil cortar la naranja de ombligo y hablar de amor, de un corazón partido en dos. Si a esto sumamos la síntesis, el feliz deslumbramiento de ciertas formas concisas (“para cuando el pájaro / haya decidido salir de la jaula / el cielo se habrá desvanecido”), así como el cruce poético de sensaciones con estructuras y formas más extensas, no cabe duda que este segundo libro de Pallaoro (el primero fue “El viaje circular”) confirma una voz tan particular como decantada. Registros de sabias lecturas (por aquí bailan W. C. W., el Paco Urondo, Trejo y Lamborghini), además de una poética en curso alimentan a estos papeles como pájaros que cuentan de memorias, músicas del alma y ángeles en la cocina, lavando la lechuga o danzando al compás de una boca.

Gabriel Báñez, Diario EL DÍA, La Plata, domingo 4 de junio de 2000


Son dos los que danzan / José María Pallaoro / Libros de la talita dorada, 2005 / 64 pág.

Al natural, la poesía de José María Pallaoro revela la intensidad de la palabra en busca de pájaros para la memoria, alas para mejorar oportunidades, vuelos para dibujar la momentánea transparencia del mundo, silbidos de aves dentro o fuera de la memoria que es también casa y continente. En este tercer libro publicado, “Son dos los que danzan”, Pallaoro reafirma su mejor expresión lírica y lo hace con ímpetu, librando a los sentidos el desciframiento de un mensaje que se nutre de claridades, soles, saberes y colibríes. Junto a la naturaleza impostergable, el poeta anuda su palabra. Es simbiosis vital la que expresa y su canto anuncia un lenguaje sensible, en armonía y lealtad con la esencia de una poesía que también sabe medirse en rotundos silencios. Un expresivo acrílico del Maestro Alzugaray (“Sin azul”) enmarca la portada de este bello libro. FOTO: AJB, presentación espiniyo 5/6. Parados: Miruh Almeida, Margarita Torres y Martín Luna. Sentados: I.B. y JMP

Diario EL DÍA, 6 de noviembre de 2005

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Son dos los que danzan / José María Pallaoro / Libros de la talita dorada, 2005

Un poeta de La Plata

José María Pallaoro nació en la ciudad de las diagonales en 1959; ahora reside en City Bell, allí donde moró (y mora todavía) el ángel de la poesía encarnado en Roberto Themis Speroni.
Pallaoro acaba de publicar su último libro de poemas que tituló “Son dos los que danzan”. Su poesía, llena de ternura y melancolía, con un fraseo muy particular, habla de las cosas de todos los días, simplemente recreadas por un hombre con tantísima sensibilidad y música en las venas. (…)

Roberto Díaz, Diario LA CIUDAD, de Avellaneda, 14 de octubre de 2005

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Son dos los que danzan / José María Pallaoro / Libros de la talita dorada, 2005

Saber poético
Condimentos líricos armonizados sin acrobacias en el lenguaje, traducen sensaciones profundas de quien vive en plenitud. Es una entrega coherente desde el comienzo hasta el final, sea por los ajustes expresivos como por el contenido de poemas que eluden lugares comunes: “Por qué / si afuera llueve / elijo una música / diferente / en el adentro / los sonidos se besan / son dos los que danzan”. La potencialidad poética surge de momentos de entera intimidad o de aquellos en que se torna reflexivo aunque siempre unido al conjunto: “Escribir / ser uno / entre tantos otros / pensar / nuestra pequeñez / como lo más importante / que nos pudo haber pasado”. La edición incluye un enfoque de Irina Bogdaschevski quien señala “todo poeta percibe con agudeza la realidad que lo rodea, la siente como un acontecimiento enorme y a sí mismo como su centro”.

Enrique Sureda, Cultura, enero de 2006

11/5/08

Música para Edelmiro Molinari

Música

para Edelmiro Molinari

En otros atardeceres
los cuerpos eran música
Separados o unidos

cuerpos que sin palabras
se eternizaban en esa escisión
en que la música

parecía detenerse

para empezar
otra vez
la rueda fugaz
de nuestra danza

Esa tarde y siempre

Fotos: Carlos Aprea. "Ciudad Vieja", La Plata, 2008.
http://www.pagina12.com.ar Espectáculos Domingo, 04 de Julio de 2004
“Mis canciones maduran de a poco y cuando quieren”
Así explica Edelmiro Molinari, ex integrante de Almendra y Color Humano, las larguísimas pausas entre un disco y otro. Ahora está presentando ET, un disco donde da rienda suelta al formato de trío.
Por Cristian Vitale
Una limitación básica y autoasumida explica por qué
Edelmiro Molinari tarda tanto en editar discos. “No soy un compositor prolífico. Mis canciones maduran de a poco y como quieren”, reconoce. Entre el flamante ET (Edelmiro Trío), que presentará el jueves 15 en La Trastienda, y Edelmiro y La Galletita –sin contar el material en vivo que editó en 1995 con la última formación de Color Humano– pasaron nada menos que 21 años. “No exijo a las canciones, porque son productos de vivencias a veces imposibles de explicar”, redondea el músico, para que se entienda mejor. El equilibrio llega cuando se constata el resultado de sus demoradas obras. Tal como sucedió con el disco grabado con Skay Beillinson –La galletita– en 1983, este trabajo, apuntalado en una base formidable (Daniel “Maza” Correa en bajo y Sebastián Peyceré en batería), muestra que el mítico guitarrista de Almendra no perdió las mañas buceadoras y experimentales que lo llevaron a transformarse en un modelo de culto para ciertos guitarristas de la nueva generación. El disco tiene temas nuevos mechados con canciones rearregladas como Mestizo –del segundo disco de Almendra– y Coto de caza, de Color Humano. “Mestizo la elegí porque es una canción que nos une como latinoamericanos. Nosotros no somos ni tan italianos ni tan gallegos, somos una amalgama de mestizos. Es un tema de unión latinoamericana. Pero también lo grabé porque quiero rescatar un material que fue violado y afanado por las compañías grabadoras... quiero recuperar mi vida y mis derechos”, sostiene.
–¿Qué vuelta le da a Cosas rústicas?
–No es un tema al que se le puedan dar demasiadas vueltas... tiene su propio peso. Pero suena con un swing terrible.
–¿Y las canciones nuevas?
–Una es Un planeta, un amigo, que compuse cuando nació Jidu, mi tercer hijo, un domingo de verano a las 5 y 5 de la tarde. Es una canción de esperanza, porque los hijos para nosotros siempre son una bendición, no una casualidad. Me tocó muy especialmente tener uno con más de 50 años... es como si Dios te dijera: “Che boludo, acá tenés otra oportunidad... ¿te vas a dar cuenta de lo que tenés que hacer o no?”. Ahora estoy viendo esa sonrisa, esa cosa que no tiene ninguna carga histórica. Vos ves en los chicos esa pureza, esos ojos y esa sonrisa y te mata... “Una letra/ un amigo/ el mundo está perdido/ muchas voces/ una esperanza/ el amor, todo lo alcanza... salpicándote”. El otro se llama Teta de amor y alude a la leyenda de la Difunta Correa... que siguió amamantando a su hijo luego de muerta. Trazo un paralelismo entre la Difunta y Argentina, no porque el país esté muerto, sino porque lo hicimos mierda y sin embargo nos sigue dando la teta, seguimos teniendo una gota de leche: “Un manto de locura/ que cubre a los que caen/ porque caen/ los que cubren su dolor”. Hay que disipar ese manto de locura que te mata. Lo único que te salva es el amor, un concepto muy hippie, una solución.
–¿El disco se parece más al que grabó con Skay o a las épocas densas y líricas de Color Humano y Almendra?
–Siempre rescato las raíces. Pero mi evolución musical fue más por lo negroide. Viví 23 años en Los Angeles –también tres en Chile– y tomé muchas influencias de los músicos afronorteamericanos. Con Color Humano había instrumentaciones pomposas porque no le poníamos límites a la experimentación. Se nos ocurría hacer... –tararea la introducción de Cosas rústicas– con unos arreglos increíbles y lo hacíamos. Pero esto se fue depurando con los años.
–¿La depuración se relaciona sólo con sus vivencias en Estados Unidos?
–Con un ingrediente: uno toca desde el corazón y es más, creo que ni siquiera toca... lo que se transmite viene de Dios y pasa a través del corazón.
–Sorprende esta salida mística...
–A mí también, pero las cosas son así. Me gustan los tipos apasionados como Jimi Hendrix, Santana, B. B. King, que ponen el corazón, y no los mentales o técnicos.
–¿Cómo se lleva con Maza y Peyceré? Siempre se dijo de usted que era un “músico difícil” para tocar en banda...
–A Maza lo conocí tocando un estilo que yo no curto, que es la bossa nova. Pero me pareció regrosso. Para grabar mi disco estaba buscando algo que realmente me diera vuelta, algo impagable. Vino a casa a zapar y fue maravilloso. Fue él quien me marcó a Peyceré... y cuando un bajista te marca un baterista sin pensarlo, no te queda otra opción. Son cosas difíciles de explicar: vos podés tocar con tipos que toquen bien, pero si no hay química humana la cosa no funciona.
La conexión entre este viejo iluminado de la guitarra con parte del rock argentino actual ancla en su relación con La Renga. El 13 de diciembre de 2003 se subió al escenario de Gimnasia y Esgrima La Plata para compartir tres canciones con Chizzo, Tete y Tanque, ante 50 mil personas. “Chizzo encaró a la gente y le dijo: ‘¿se acuerdan de Cosas rústicas?’... y algunos, por supuesto, lo cantaron”, evoca, con un matiz de orgullo. “La Renga tiene un contenido, un mensaje, una onda. No pasa porque sí. Me fascina que sea un grupo, como en nuestros comienzos... el entorno, el Gordo Gaby, las familias. Me hacen recordar a Almendra”, afirma.
–¿Tan directa es la analogía?–Al menos a nivel humano. Ellos son un grupo y nosotros también lo éramos, porque teníamos fines, sentimientos e ideales comunes.

6/5/08

Tres poemas

Batallas, Equilibrio y Amanecer

En: Naranjos de fascinante música: poesía contemporánea de amor en La Plata.


Batallas

crees haber vencido
pero en amor como
en odio no hay
vencedores / todo
dolor se comparte
solitariamente

(de Cielo breve –1982-1985-, plaqueta s/f)


Equilibrio

callada

buscas
la lluvia

la descalza y fría lluvia
de tu sombra

(de Pájaros cubiertos de ceniza, 1999)


Amanecer

1
Sobre la rama
del jazmín
Un pájaro

Un sonido
amarillo

Un ligero
perfume

da comienzo
a mi mañana

2
En el rojo dragón de la mesada

Un frasco
de compartido dulce
alberga
plantines de albahaca

Ella
toca
con sus dedos
las hojas
verdes

Las frota

dulcemente

el aire de agosto
en su mano
acaricia

a Elena

(de El aire de agosto en su mano acaricia, plaqueta 2001)




JMP y los poetas Marta Miranda y Rafael Felipe Oteriño en la presentación de Naranjos de fascinante música... en el Círculo de Periodistas de La Plata, 2003.

29/4/08

MARIO PORRO: Nubes, poema inédito

Nubes

a José María Pallaoro


Has dicho
nubes

Qué hay
entre tus palabras
y el cielo

Nubes que te viajan
adentro
por el mundo
Lugares

Nubes
que vuelven
y vuelven
Formas interiores
que no se repiten

Emocionan

Ilusiones
encadenadas
Movimientos
imperceptibles

Nubes
Rosadas
Azules
Grises
Oscuras

Alegran
asustan
Acercan tristeza
¡Oh estado natural
que eres!

Nubes
Te llevarán
por el tiempo
hasta que el universo
nube
tu amor
¿Y Dios?

Mario escribió este poema después de una conversación que mantuvimos acerca de las nubes. "Has dicho / nubes" dijo que dije, como si las palabras hicieran realmente las nubes.

”Qué hay / entre tus palabras / y el cielo”
Qué secreto hay entre el cielo y la palabra. Comunicación profunda. Aunque todavía no está resuelto qué hay entre mi palabra y el cielo. Las nubes van a dar vueltas en mi mundo interior hasta que Dios las saque de allí y las haga de amor. Mario decía que este texto no iba más allá de los viejos poemas de “En busca del tiempo por el tiempo”.
“Nubes que te viajan / adentro / por el mundo / Lugares”
Las nubes ponen la realidad que Mario quiso expresar al decir “nubes”. Son las nubes que viajan por el interior como vapor o gas iluminado.
”Nubes / que vuelven / y vuelven / Formas interiores / que no se repiten”
La idea de la afirmación se afirma en la línea que no es repetitiva. Las nubes jamás se repiten.
”Emocionan”
Mario me decía que las nubes me emocionaban porque inauguraban en mí movimientos, emociones encadenadas, imperceptibles, o es como en Mozart –decía- donde la repetición emociona. En general acostumbramos a la repetición para emocionarnos.
"Ilusiones / encadenadas / Movimientos / imperceptibles”
Las nubes son una representación analógica. Según Mario mi estado natural percibe la analogía de la formación de las nubes en la analogía de que me embarga una cierta tristeza.
"Nubes / Rosadas / Azules / Grises / Oscuras”
La enumeración es porque quiere ver las nubes según como les de el sol. En cierto modo tienen que ver con la emoción y la creatividad. Según como estén iluminadas “te alegran o te entristecen” decía Mario.
”Alegran / asustan / Acercan tristeza / ¡Oh estado natural / que eres!”
Entre ese estado de la nube hay un leve estado de tristeza o melancolía dado por el movimiento lento de las nubes. “¡Oh estado natural / que eres!” Es mi definición de vos, de tu propio ser –decía Mario. Sí - dije -, mi estado natural propende a la tristeza. Los movimientos lentos son raros que lleven a la alegría.
”Nubes / Te llevarán / por el tiempo / hasta que el universo / nube / tu amor / ¿Y Dios?”

Esa es la alegría, la analogía. Que el universo “nube” mi amor tiene que ver con Dios que es el que posibilita el amor. Que le dé a mi amor forma de nube para que siga girando por el mundo en el tiempo.
Gracias, querido maestro.

25/4/08

MARIO PORRO: Dedicatorias

Hay muchos puentes
imaginarios
que nos juntan
para ver fluir
la vida
en el mundo

Pero pocos
que nos dejan
saber
como fluye
un poema
en nuestra sangre

Mario 2001 (en Tropos)



a José María
que me ha permitido caminar
por mi vida interior como debajo
de las luces y sombras del amor

Mario
2000 – menos!

(en Sucesión del ser)







(en la vigilia y la roca)



a José María
Después del cristal (*)
que a veces nos separa
y otra nos hace uno

Mario

(en Búsqueda por el amor)

(*) se refiere al telón de las ideas



A Mario Porro (uno de mis poetas más admirados y un verdadero “maestro”) no le gustaba dedicar libros. Por eso le estoy infinitamente agradecido por las que me regaló. La dedicatoria de Tropos posiblemente sea su último poema. Como no pude descifrar qué había escrito le pedí que me la leyera. Mario tampoco pudo entender su letra manuscrita. La terminamos "descifrando" juntos (para recordarla la anotó en su libreta y yo en la mía). A Mario dediqué mi libro Son dos los que danzan y el poema "Mario Porro".

15/4/08

NÉSTOR MUX: Conversaciones con Pallaoro

Conversaciones con Pallaoro

Conversamos.
Como si todo el viento en contra del mundo
no hubiera podido terminar con el aliento
desvencijado que quedaba.

No se sabe si el caos personal se ordena.
Si la pena se ordena.
No hay certeza si se alcanza
la convicción de una nueva claridad.

No se acierta del todo si tiene
mayor significación discurrir
sobre la herramienta que pule a la poesía,
sobre la gracia que salpica un dibujo de Elena
o sobre las comunes maneras
con que se construye el jardín de nuestras casas.

Pero conversamos.
Como si se tratara de empezar de nuevo.
Como si se entreabriera una puerta inesperada
al extranjero agradecido.

En Néstor Mux: "Papeles a consideración", Libros de la talita dorada, 2004.



Foto: Néstor Mux y JMP en "La Palanca", 10 de junio de 2007. Presentación de el espiniyo 5/6

VIRGINIA FUENTE: La experiencia compartida

La experiencia compartida


Por Virginia Fuente *


En la poesía de Pallaoro se da el encuentro entre lo espiritual y lo prosaico: el hombre está presente en su existencia física y espiritual, su ser persona que experimenta el transcurrir de la vida y sus vicisitudes.
El yo lírico presente en los poemas siente y dice la experiencia de sus sensaciones. Observa el mundo y lo transita reconociendo la profundidad de las cosas:

"en el rojo dragón de la mesada // un frasco // de compartido dulce // alberga // plantines de albahaca /// ella // toca// con sus dedos // las hojas // verdes...".

La experiencia física, el encuentro sencillo y profundo, el momento capturado aparece con fuerza dándole densidad al transitar cotidiano de la vida.
Otras veces también la metáfora y la comparación impregnan sus textos, cobran gran presencia y son ellas las que señalan el camino de la voz que habla en el poema. Voz que en ocasiones aparece acompañada: el poema narra una experiencia compartida, hace evidente la presencia de otro en el sentimiento que lo recorre y lo construye, el poema es una voz que declara su sentimiento de la vida:

"Como si la tarde pasara por la sencilla razón // de que hay silencios que se hacen // los muertos" "nuestras raíces tiemblan // desnudas"

junto a otro que lo comparte, un vos o un nosotros en comunión con el yo lírico, en el encuentro amoroso pasional, amoroso filial, amoroso vital, finalmente.
Son dos los que danzan, título de uno de sus libros da cuenta de esta presencia, este reconocimiento de encuentro y comunión.
Además, a veces también aparece la soledad o el desencuentro que da lugar a ella: el hombre solo ante la otra cara de la vida: ante la muerte o el desamparo que provoca un desencuentro, y se hace visible en la presentación de un momento, de un instante que sintetiza ese mundo que transita el yo lírico, mundo vital del poema:

"la lluvia trajo // junto al cansancio / de la tarde /// la noticia inesperada // / una soledad infinita"(Mario Porro).

* Virginia Fuente nació en La Plata en 1976, aunque vivió en Trelew hasta su adolescencia. Es profesora en Letras. Coordina Talleres literarios y da clases de lengua en escuelas secundarias. Tiene publicado un libro de poemas: Otro lugar (Edulp, 2006).

14/4/08

JORGE ISAÍAS: La garra y el pájaro

La garra y el pájaro

Por Jorge Isaías*

Rosario, otoño del 2006
Son dos los que danzan
José María Pallaoro
Libros de la talita dorada



Tiene razón mi amigo el poeta salteño Santiago Sylvester: "No hace falta un Platón que nos eche de la República, nos hemos ido solos”.
Cuando uno ve la cantidad de basura que se hace pasar por poesía hoy –y lo logra muchas veces– piensa que César Vallejo se murió de hambre y tristeza, uno tiende a pensar lo que sabe desde siempre: no existe el menor vestigio de justicia en este mundo, ni humana ni divina.
Ivonne Bordelois en un imperdible libro que se llama: “El país que nos habla” hace la puesta al día de todo los peligros que acechan no ya a nuestro idioma sino a la mera palabra humana, cito: “No es ya la norma hispánica obsoleta la que nos desfigura, sino la apetencia de parecer globales y actualizados y hablar de sales en vez de saldos o bien adoptar una chabacanería ilimitada que acaba por convertir un depósito de basura verbal en programas de televisión más exitosa, las letras de canciones más repetidas o las páginas más socorridas de las revistas amarillas de todo tipo. Y aquí otra vez Borges y su maravilloso estilo de enunciar el proyecto y la esperanza: Sabemos que el lenguaje es como la luna y tiene su hemisferio de sombras. Demasiado bien sabemos, pero no quisiéramos volverlo tan límpido como ese porvenir que es la mejor pasión de la tierra” (pág., 70)
Por suerte el libro que hoy me ocupa está a salvo de estas prevenciones que consigné –no sin furia– más arriba. A José María Pallaoro (La Plata, 1959) le cabe la contundente exigencia de la gran Idea Villariño: “Un poema es un franco hecho sonoro –sonidos, timbres, estructura, ritmos–. O no es.”
El libro consta de cuatro partes: 1. Interior con pájaros. / 2. La claridad / 3. Aguas de nuestra sed / 4. Nada fuera de lugar.
Además estas cuatro partes están precedidas por citas, y no artilladas de cualquier manera. La primera fuera de las partes, es decir a manera de pórtico, es el fragmento de un poema de Ana Ajmátova, la poeta “acmeista” rusa silenciada por el estalinismo durante sesenta años que aunaba la torpe burocracia y aún la persecución y la muerte (el marido de Ajmátova fue fusilado por el gobierno, acusado de opositor a este régimen que los eufemismos de la Guerra Fría nombraban para definirlo como las “democracias populares”.
Los primeros dos versos dicen, según la traducción al español: “Tal vez es mucho todavía / lo que quiere ser cantado por mí”, y no es casual que abra un libro de las características de Son dos los que danzan, porque todo el resto sigue esa propuesta y ese deseo.
Las cuatro secciones antes enunciadas abren con citas de Horacio Núñez West, Roland Barthes, Mary Shelley y Jorge Drexler.
Todas y cada una de ellas cumplen aquel diálogo intertextual en los poemas que le siguen, pero la primera llámame la atención, copio: “En el jardín, pájaros inocentes / picotean el césped encendido”. Y por si fuera poco esa primera sección se llama justamente “Interior con pájaros”, porque el nombre de esta avecilla funciona como un símbolo resignificado al que se le atribuye y funciona como operador textual de todo el libro, la libertad (lo obvio) pero también como imagen del amor hasta el juego pendular inscripto en el poema “Saberes” (pág.,26) y que es axial para la comprensión de lo que podríamos llamar –perdóneseme por la palabra antigua– el meollo del mensaje:

sé que soy
la garra en la puerta
de la jaula

y soy el pájaro
que se queda
en un rincón

sin querer salir

Por lo pronto es dos cosas: garra (es decir, amenaza, agresividad) y pájaro (libertad, cielo abierto, “espacio rodador”, diría Miguel Hernández).
Las preguntas caen de por sí: ¿Por qué el poema habla al mismo tiempo, sin decidirse, entre quedar entrar y no querer salir? ¿Temor a la “garra” o al espacio? ¿A quién le hablan –si es que deciden hablarnos– esos versos que son como la jaula cerrada? Un lugar que antes de ser abierto no quiere decir abrirse.
El pájaro-símbolo atraviesa fuertemente todo el libro, o casi. También lo es para nombrar a la dicha de la amada “que no lo ve”.
Irina Bogdaschevski certeramente consigna sobre la sensibilidad excesiva con respecto a la vida, al amor, a la muerte. Condición ineludible para no ser un mero escribidor de versos, de los que hoy abundan. Condición de poeta, que Pallaoro cumple con creces como ya lo había demostrado en su libro anterior “Pájaros cubiertos de ceniza”, precursor como vemos del símbolo que hoy nos ocupa.
El autor puede ser asimilado a aquella afirmación de Maiacovsky: “Un poeta es cualquier hombre pero cualquier hombre no es un poeta”. Frase que Raúl González Tuñon gustaba repetir.

Publicado en el espiniyo 04 otoño / invierno 2006
* Jorge Isaías nació en 1946 en Los Quirquinchos (Santa Fe). Desde 1964 reside en Rosario. Publicó 26 libros entre poesía y prosa de los cuales destaca: Oficios de Abdul (dos ediciones); Crónica Gringa (cinco ediciones); Poemas de amor (tres ediciones); y en prosa El país de la infancia; La mano sobre el recuerdo; Como un caballo salido del mar y Futboleras. También seleccionó y editó: Antología de los mejores cuentos del Litoral; Papeles inéditos de José Pedroni y Palabras a mi padre y a su digna herramienta. Sus poemas fueron traducidos parcialmente al francés, inglés e italiano y circulan junto a sus prosas en los manuales de EGB y Polimodal.

12/4/08

INÉS APREA: Acerca de Son dos los que danzan



Son dos los que danzan:
el baile de la invención[1]


“El misterio existe y está entre nosotros. No hay que olvidarlo. El misterio existe y con el misterio, bajo el mismo aspecto, la medida: no la medida del misterio, lo que es humanamente insensato, sino la medida de alguna cosa que en cierto sentido se opone al misterio, siendo al mismo tiempo para nosotros su más alta manifestación: el mundo terrestre considerado como una invención continua del hombre”.

Guisseppe Ungaretti, 1922


Paso I


El poeta no es aquél que escribe poesía; el poeta es todo aquél que cae en la desgracia y el milagro de descubrir lo real, lo dado, como una interpelación, una pregunta que se formula frente a él mismo por medios que son extraños a toda lógica.
Un hombre no es incondicionalmente poeta. La poesía es, por definición, una escisión del hombre, una ruptura esencial de la condición humana. Las mujeres y los hombres que asumen esa ruptura, sobre todo aquellos que la usan para escribir, pueden aceptarla sin más, diciendo sencillamente "soy poeta". Pero también pueden revelarla sistemáticamente, con la infinita connotación. Este es el trabajo de aquél que en la poesía no encuentra alivios o certezas, sino tan sólo insomnios y tinieblas. Ellos empujan el poema, empujan a la voz para que diga su eterna herida, que es la herida de lo indecible, de lo inexplicable del mundo. De esta herida se abren los ríos de la poesía, los ríos caudalosos y desbordantes, o los arroyos menudos, que concluyen en el océano de la comunión humana.
Estos ríos se mueven por aquello que transportan; andan y ocupan sus corrientes por lo que arrastran y dejan, por lo que encuentran y llevan. Pero en su origen, la fuente de esa herida brota para anunciar lo invencible del silencio, lo inagotable de la muerte. Ella es la que impulsa al canto como una constante brazada, una fuerza brutal contra todo silencio y contra toda muerte.
Es por eso que el poeta es, ante todo, el que se enfrenta a una herida, el que descubre la ausencia de todo lo que persigue. Así aprende que la corriente no cesa, que deberá seguir aun sin municiones, desposeído de toda convicción, contra viento y marea.



Paso II


El poema es desbordante: todo lo que dice es cien veces más de lo quiere decir. Esa libertad de la poesía es a la vez su condición: en sus vertientes, ella arrastra y transporta aún lo que no quiere, aún lo que calla y desdeña. Las palabras son como las ondas, que pintan un río profundo y sereno, o un río saltarín y revoltoso. Pero hay olas mínimas, calmas y pacientes, que saben mover aguas inmensas. Así es como un pequeño libro puede abrir páginas innumerables.
Son dos los que danzan desnuda la crudeza del desamparo, celebra la orfandad como un terreno propio de la libertad. La intemperie de esos pájaros que "ahuyentan la desdicha”, es el cielo abierto a sus vuelos, aunque este cielo es también su condición inevitable como seres del aire. Así es como se enfrentan esos dos cuerpos que bailan en la inquietud poética: la verdad de la libertad, frente a la verdad de la finitud, del límite, de la condición. Ambas verdades constituyen lo necesario de toda creación, de todo acto que se concibe como experiencia vital.
La observación, como recurso del poeta, no desplaza la introspección, sino que la pone de manifiesto en la esencia misma del habla: exponiendo la mirada a lo externo, a lo ajeno, la búsqueda interior se incita como una perturbación de la lengua cotidiana, esa lengua común en la cual el objeto siempre está afuera, denotado, lejos de las tinieblas de nuestros deseos profundos. La doble realidad de la creación se afirma en esos pájaros interiores, que mueven la lengua del poeta. Así el poeta trabaja con las alas propias de la poesía, aunque con ellas debe surcar el cielo preciso de un lenguaje compartido.
La libertad de los pájaros proviene de su inocencia. El vuelo con el que los pájaros huyen es el movimiento que los salva de toda desdicha, de todo padecer; es un vuelo inocente porque es inocuo. Esa libertad de lo que circunda al poeta se asocia a la evocación de una ingenuidad que en la palabra misma se revela como imposible. El poeta que persigue a los pájaros sabe que su libertad no es inocente, que su vuelo no es incondicional: incluso la intimidad tiene circunstancias precisas, que son las propias circunstancias que la perturban. Pero el poeta sabe que todo lo que perturba puede ser ritmo, que todo lo que invade puede ser sustancia musical.
Aún en la inocencia hay algo que opera, que se ejerce sobre el mundo; un movimiento que puede captar la poesía, en la medida en que ella no está para enunciar ese movimiento en su lógica sino tan sólo como puro movimiento: en sus ritmos, en sus saltos y sobresaltos, en sus detenciones y prolongaciones.
Pero además, la inocencia en estado puro únicamente existe como ausencia de deseo. En ella no está presente lo que se ama, lo que se ansía y se busca, porque la presencia de todo esto quiebra toda inocuidad. Cuando dice José María "¿habrá ceniza / cuidando / de la flor / que amamos / su raíz?" podemos saber que, en la medida en que somos la proyección de un deseo, estamos hechos también de lo perdido, también de la muerte: la vida encuentra su sentido sólo en la diferencia, sólo en esa interrupción que significa la muerte. La interrupción y la diferencia nos detienen sobre el movimiento de la vida.
Para el poeta, la única certeza -paradojal en esencia-, es el fruto de su empeño sobre todo lo que desconoce, dado que la poesía no busca enunciar con la razón, sino decir con la cruda palabra. Las palabras son "el propio espejo", porque permiten "mirarse en el otro" con los sentidos posibles del lenguaje común. Pero la poesía no mira con inocencia, no busca un cándido reflejo, la poesía sopla la llama ardiente que guarda nuestro silencio, sopla con un viento que es en sí mismo violencia: "incendiaré la noche / con palabras". Violencia sobre el lenguaje, violencia sobre los infinitos candados de la belleza.
Sin embargo, el poeta no es el que afirma la belleza, el que defiende su límpido territorio; sino el que emplea dientes y uñas para agujerear y descocer, para arrancar y rezurcir las vendas que la velan, tejiéndole un abrigo auténtico. Es por eso que no existe la belleza dentro o fuera de la poesía, como una campana de cristal que la misma poesía quisiera entonar con manos de guantes blancos. La belleza es algo que puede pasar entre la poesía. Dice el poeta que la única belleza posible es "un tesoro que no encuentro / y que no sé si existe".
Frente a la oscuridad del miedo y la incertidumbre, la única lucidez está en quebrar el silencio. Pero aún el poema persiste en su pregunta, en su demanda: “¿No hay sol para el desolado?”. El hombre tiene la voz y la palabra porque no está solo, no está aislado de su condición social. ¿Será posible replegarse del mundo como el ermita sin que esto nos lleve a “cantar a tientas?”



Paso III


Los ríos de la poesía surcan el continente humano, de tal forma que es posible nadarlos y al fin, hallar puerto en tierras fértiles, donde brota el anhelo, o en francos desiertos, donde se extiende la desesperación como un gran manto de sequía.
Pero el poeta no persigue esa afinidad, ese destino en el que su palabra germina. Los poemas son semillas en el viento, semillas que esta corriente conduce. Su fruto no será el mismo lejos del árbol originario. El encuentro con el poema, una vez que fue arrojado a los vientos, es la búsqueda de esa tierra donde sus sentidos penetren y nutran nuestra experiencia.
Por eso, además de un modo poético de escribir, también hay un modo poético de leer: la poesía no quiere explicarnos el mundo, la poesía no nos dirá nada nuevo si de ella esperamos que nos informe, que nos remita a un tiempo y a un lugar accesible mediante el entendimiento. El lector debe enfrentarse a aquella misma desgracia y a aquel mismo milagro del poeta; he ahí su mutua complicidad, su intimidad profunda y auténtica.
José María me habló de su devoción por los pájaros, casi una obsesión, digamos, compatible con su lejanía de la urbe ruidosa. Lejos de ser un retiro sacerdotal, esa distancia arraiga su poética: la distancia de su poesía es la que hay entre una cultura de la velocidad, de la verborragia, de la urgencia; y una cultura de la observación, de la mirada que inquiere, que calla elípticamente, que pregunta al vacío sobre la razón de la palabra, que es, para el poeta, la razón del vivir.
Entre las líneas de sus poemas el silencio desborda, ciertamente como el cielo abierto antes del alba. Pero sólo esa desolación permite buscar la claridad en el propio canto, “y en un grito / encontrarnos / con nuestro verdadero rostro”; cantar, para amanecernos.
El desamparo, la desolación, la intemperie del vuelo o la caída, tal vez sean las imágenes de una época precisa de nuestra historia. Una casa se ha perdido, se ha deshabitado, se ha demolido a fuerza de balas y bombardeos. Una casa ardió en la noche de nuestra historia. Pero la incertidumbre nos lleva a palpar lo cierto, a tantear nuestras heridas.
Por naturaleza, hombres y mujeres de carne y hueso producen y padecen los tajos de la historia, pero esos tajos se hunden en la carne y en los huesos de la poesía. Ella arranca todo eso que la historia fija, eso que la historia estaciona en las vidas de las mujeres y los hombres. Arranca los "hechos" y los da vueltas, los marea, los sumerge en imparables torbellinos, sacude “los pájaros de nuestra memoria”, para llevarlos lejos, para que emprendan el vuelo de su destino. Tal vez sea por eso que no existe poesía sin historia, y recíprocamente, quizás una historia sin poesía no sea más que puro estancamiento.
Son dos los que danzan recupera el movimiento, el baile de la poesía, que nace de su canto. Sobre este canto, el amor y la muerte, la pasión y el fracaso, la dicha y el temor, se balancean juntos, tomados por la palabra. Esta danza rescata el pulso que se oculta en lo cotidiano, en esos tiempos y ritmos del vivir, en esos pasos que marcan el gran baile de la vida.
La poesía reinventa sistemáticamente la armonía; y al recrearla, revela movimientos que la historia sepulta al transformar la invención en tradición; y el descubrimiento en evolución. Tradición y evolución marcan la danza de la historia. La poesía incorpora el material de improvisación.
Es por eso que la única promesa, la única esperanza que la poesía tiene para darnos es lo que ella misma recrea incansablemente: no parar de bailar.

[1] Comentario de Son dos los que danzan, de José María Pallaoro. Libros de la talita dorada, City Bell, 2005. Inés Aprea. La Plata, marzo de 2008.



Inés Aprea nació en La Plata en 1985. Cursa la carrera de Historia en la UNLP. Tiene un libro de poemas inédito: Perro Fénix.