MATRACAS
Algunos poetas beben el vino de la
abundancia. Su origen nada importa. Adoran la pestilencia del mercado. Hacen
del mundo su hogar y le dan vueltas y vueltas y vueltas. La existencia del ser
es un territorio dramático de donde aferrarse y lo sufren para las cámaras.
Usan la máscara adecuada para cada
situación que lo amerite.
Descreen de la política. De la historia. De
la filosofía. De su país. Del pensar que no sea “el pensar”. Nada saben del
saber.
Son eso, hacedores de hojalatas y
mascarillas. Poetas matracas, hacen un carnaval de sus pedos. Existenciales y
profundos.
City Bell, 06.03.12
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