OYMYAKON
Hay agua sobre el escritorio en estado líquido. ¿Resto de una mateada? Es
posible. Pero todo el mundo apoya vasos y botellas, lágrimas que contuvieron
durante la noche y pasean junto al nuevo amanecer. No pongo en tela de juicio
la mateada, aunque siempre toma solo en las horas en que puede estar solo. En
las otras, con cualquier excusa dice que tiene que caminar por el jardín,
estirar las piernas, elongar, llevar los brazos lo más cerca posible del cielo.
No te mates, le gritan. Vení, tomáte este verdolaga que entibia.
Ellos nada saben de este inmenso
escalofrío a siete mil kilómetros de Moscú.
Foto: Jmp, "Taller".
2 comentarios:
Siempre el poeta nos lleva hacia la ilusión, como los verdolagas matutinos de los fines de semana, que nos reunen entre comentarios de diarios y propuestas para el día.
Que vivan los mates que nos alimentan y nos unen
... que vivan, nomás!, un beso
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