Las piernas heladas, y una melodía que zumba, zumba, zumba. Nadie toca la tapa del cielo, una luna perdida. Un maldito olor que sale de entre las piernas de un durazno dormido en la pileta de la cocina. En la casa nada se eterniza, es la hora de anclar. Pero todo espacio es limitado y hay una incesante negociación donde siempre se pierde. Bingo. Zumba. Bingo. Zumba. Turbulento fluir del tiempo. Ramas cortadas, afuera, secas y frías, como mis pies. Limpiar la estufa de cenizas, limpiar la casa de camelias blancas, despejar el lugar para dar cabida al cielo del otoño. Una manera de curarse, islas, donde todo lo que se sana se desnuda, y se cubre y protege de la lana ancha del agua. Zumba. Se activa el sonido. Zumba. El obturador, zumba. Y al cerrar los ojos, la fotografía caracolea un camino, y a lo lejos se ve la mora y un patio donde poder encontrarse.
Para aquella que es la imagen verdadera
Foto: Jmp
3 comentarios:
¡¡!!
(esta bueno)
Y ese zumbido eterno..!
José María:
bellísimo...sólo eso, no hay palabras...si emoción:"...dar cabida al cielo del otoño...". Pensar en cielos turbulentos o diáfanos, pero cielos!.
Alicia.
Gracias, Alicia, aunque el cielo sea breve!
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