En la ciudad autónoma de Buenos Aires, el día jueves 8 de septiembre a las 19 hs., en el Centro Cultural de la Cooperación, Avenida Corrientes 1543 y auspiciado por la editorial El Suri Porfiado en el ciclo Edita/2, se presenta el último libro de poemas de José María Pallaoro. Participarán los poetas Carlos Aldázabal y Viviana Abnur. Setenta y 4 tiene como portada una bellísima ilustración del reconocido artista plástico Daniel Santoro, y palabras del poeta Alberto Szpunberg, uno de los poetas más importantes de la generación del 60 y maestro de las nuevas generaciones.
¿Te amé en aquellos días de rock y furia? Quizás estaba demasiado pasado en ese presente de cuerdas rotas. Me pediste caminar, los dos solos, por el West End, dejar esa habitación asfixiante de agujas. Tenías deseos de contarme, o simplemente soplar al viento, de tu infancia en Hampstead. Eras una chica hermosa, decías, viviendo en la miseria de la fortuna. Luego, en acústico susurro, iluminaste la historia de este siglo que ya es otro, y terminamos, riéndonos, y tarareando melodías de Ben Webster y una balada que no recuerdo. En estos años creciste con las bellas cicatrices del futuro. Yo, sigo igual, oyendo, aún tus palabras, mientras camino por una calle cualquiera de City Bell, ahora sí, creo, con un loco amor como todo recurso.
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Foto: MF s/d.
Marianne nos visitará el jueves 22 de septiembre a las 21 hs. en el Teatro Coliseo de Buenos Aires.
Pero hay otras explicaciones. Construir un sol, mirando el universo de los otros. Los niños del bien se recrean en campos asfaltados. Los niños, los simples niños, escriben el poema del sol en un universo de tierra, viento y luz. Luz de la que aún no sabemos si está apagándose o encendiéndose.
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Imagen: Contratapa inclinada libro “La Plata. Ciudad Nueva. Ciudad Antigua”, UNL, 2000?
En la vieja estación, a la hora de la bruma, pasa la soledad; va, solita, sin brisa, viento ni tempestades, hacia los cuatro extremos del mundo. Los sueños descansan en regresos y puntos de partida. Quietos y fríos en su larga noche. Y así, siempre.
Como palabras muertas, donde el oscuro día se refleje. Palabras, muertas, como vapor que se disipa en cualquier rincón del mundo, como hombre de hielo disolviéndose bajo el caduco sol.
La palabra es sol en boca de los jóvenes estudiantes
El sol como claridad en los confines del país
Los carabineros muelen el frío intentando tapar el sol con sus armas
La palabra de los estudiantes trae el sol de los libros que vendrán
De la eterna belleza que se está construyendo
Para Manuel Gutiérrez Reinoso, 16 años,
pequeño mártir de la movilización estudiantil chilena.
Ahora que ya no está, los ojos se ponen tristes, y es mejor cerrarlos. Se puede llegar a creer que hay transmisión de pensamientos; pero los ojos, completamente oscuros, siguen tristes, y no somos perros ni forasteros del campo, y el sol desaparece y no nutre idea nueva ninguna; ahora que ya no está como ese hermoso rubí que se extravió, en la nada, en la nada.
En las páginas de la revista, el lector encontrará secciones donde se publican las producciones que los chicos realizaron en los talleres escolares coordinados por Marisa Negri. Contiene además un valioso material relacionado con la poesía que consiste en una serie de columnas que responden a la consigna ¿Cuándo empezó a escribir poesía y cómo sucedió?, especialmente escritas por los poetas Diana Bellessi, Mercedes Roffé, Alberto Muñoz, Javier Cófreces, María del Carmen Colombo, Leonardo Martínez, Claudia Prado, Eduardo Mileo, Angela Pradelli, Lucio Madariaga, Alejandro Méndez, Graciela Zanini, Ana Lafferranderie, Mercedes Araujo, Soledad Castresana, Julia Magistratti, Paula Aramburu, Romina Freschi, Sergio de Matteo, Joaquín Valenzuela, Carlos Aldazábal, Silvia Castro, Florencia Walfisch, Alejo González Prandi, Natalia Litvinova, Javier Galarza, Alejandra Correa, Marisa Negri, Valeria Cervero, Catalina Boccardo, Gabriela Franco, Marcelo Carnero, Victoria Schcolnik, Paulina Aliaga, Miguel Martínez Naón, Silvia Camerotto, José María Pallaoro y Gisela Galimi; además de las artistas visuales Inés Abeledo y Ana Adjiman, todos participantes de este Segundo Festival.
Si bien la revista será distribuida gratuitamente entre los alumnos y participantes del Segundo Festival, tiene también un precio de tapa para todos aquellos que quieran comprarla, y colaborar así con la compra de libros de poesía para las bibliotecas escolares.
El valor de la misma es de 20 pesos.
Pueden solicitarla por mail a: poesiaenlaescuela@gmail.com
La ESB 186 vuelve a abrir sus puertas al festival y esta vez suma a la EP 97, escuela primaria con la que comparten el mismo edificio.
Esta es la programación para ambas escuelas:
Martes 13 de septiembre de 2011 SEDE: EP 97, Avelino Díaz 500 Villa Celina, La Matanza / Escuela Primaria
8.00 a 9.30 hs. Taller: Gabriel Acuña Rodríguez sobre textos de Jaime Sabines
9.30 a 11.00 hs. Mesa de lectura
José María Pallaoro lee a Roberto Themis Speroni
Natalia Molina lee a Roberta Iannamico
Clara Vasco lee a José Watanabe
Marcelo Carnero lee a Leopoldo María Panero
Victoria Schcolnik lee a Sharon Olds
Jueves 15 de septiembre de 2011 SEDE: ESB 186. Avelino Díaz 500, Villa Celina, La Matanza / Escuela Media
8.00 a 9.30 hs. Taller: Claudia Prado y Maricel Santin
9.30 a 11.00 hs. Mesa de lectura
Claudia Prado lee a Wislawa Szymborska
Maricel Santin lee a Idea Vilariño
Natalia Litvinova lee a Anna Ajmátova
Juan Linares lee a Fernando Pessoa
Blog de literatura de la escuela: www.esb186.blogspot.com
Los fantasmas del día irrumpen en la casa del que siempre se está yendo. Revisan habitaciones, alacenas, escondrijos del que nunca vendrá. Se miran, preocupados y temerosos de la respiración pasajera que cae sobre la alfombra como piedra de la mano. Luego, quedan solos, en la sala adormecida, observando el balanceo de la mecedora de caoba, con refuerzo lumbar y manchas de sangre, que poco a poco se va secando.
Sin destino de entrar a la cancha,
corro por la calle, y vuelvo a casa.
Con una gran pena y el corazón partido.
Es hora de tomar
la guitarra y riffear toda la tarde.
Tararear tan
lejos del riachuelo,
de tus lentes oscuros;
soy mendigo
del poema sin caminos a mí.
Nena, ningún rocanrol podrá
salvarme de este día.
El siglo no parió
ningún buen rocanrol.
Oh, sí, una inmensa
pena y los lentes siguen
empañados.
Hemos crecido bajo el concepto de la devoración del héroe. Las enciclopedias en ese momento y lugar pasaron de moda y belleza. Comimos del carbón su quebradizo despojo, sembrados en pozos construidos por nuestros padres. No vimos, ni participamos del inicio del fuego. Las cenizas que quedaron, primigenias sustancias asonantes, no se detuvieron jamás y permitieron reconstruir la historia a nuestra manera, a nuestro sano juicio.
Amanece. Pelo una de las naranjas que junté al anochecer. Tiene poca cáscara y es muy jugosa. Riquísima, como fruta del despertar. Un momento feliz, se diría. Aunque algo incomoda, un zumbido extraño que hiere los oídos, que hiere, lastima, lacera. La radio, imperceptible hace unos instantes, ahora, la siento, encendida de odio, estupideces y mentiras, repitiendo tapas de diarios de infiernos que no vendrán. Carezco de estómago para tanto. Pero nunca hay que olvidarse del enemigo, el verdadero, pienso. ¿Es así? No lo sé. El que sabe es mi estómago. Exprimo un limón. Desenchufo la radio. Pelo la segunda naranja, y me dispongo a disfrutar, lo mejor posible, del día.
. Foto: Jmp LA CORPO MEDIÁTICA EN VOLVER, HACIENDO PATITO
La ciudad de la sensatez. La ciudad del sentido común. La ciudad de la belleza. Así la llamaban gran parte de sus habitantes (otros, muy pocos, ombligueaban complacientes el ni de la apariencia). No eran necesarios, entonces, psiquiátricos y hospitales, y los borraron con topadoras y máquinas de extrañas siglas. Dejaron solo algunos escombros en sitios estratégicos y los pintaron del color del sol.
El humo de un cigarro me hace oír, tararea, el ruido de la
gente al caminar, y le pega al teclado de la portátil. La cervical, un muñón
deforme. El frío cala las rosas del olvido. Hay ruido de magia. El portón de
calle se va abriendo, ahora, se va cerrando el portón. Entraron los duendes de
la casa. Es hora de la última pitada, es
hora del cigarro que dejó antes de ingresar a terapia intensiva, cuando estaba
vivo para otras cosas, y no tarareaba.
Esta mañana, al afeitarme, me hice un corte en el labio superior (lado izquierdo del espejo). Corrió sangre, mucha. Todavía no me animé a intentar con la yugular.
Así es, un nuevo libro de poemas, con una hermosa portada con dibujo de Daniel Santoro (bello, bello) y cálidas palabras de Alberto Szpunberg (gracias, querido maestro!). Editó El Suri Porfiado, y lo estaremos presentando en septiembre en La Plata y en Buenos Aires y donde pinte. Mi agradecimiento, inmenso, al poeta Julián Axat, querido amigo. A él está dedicado Setenta y 4.
Comparto algunos textos:
City Bell, 1973
Las ventanas
nunca se cerraban. No existían rejas ni mosquiteros, y los gatos entraban y
salían a su antojo. Las ventanas eran las puertas de animales que no
asesinaban.
Pronóstico
Jueves
16 de septiembre de 1976
Para hoy
en el país y alrededores
leve descenso
de la temperatura
En La Plata
ascenso
de la mortalidad
estudiantil
Rock del país
Dicen de la
estrella federal
Debe estar húmeda
No al sol
Pero colmada de luz
La complejidad del mundo
La otra tarde
observé a un pájaro que trataba de romper un pedazo de pan duro con su pico. El
pájaro parecía estar ajeno a todo lo que pasaba a su alrededor. Sólo era él y
un pedazo de pan.
En libreta de hule. Lunes 15
de abril de 2002, 13 hs.
Viviana Abnur, Ricardo Rubio y José María Pallaoro
El jueves 14 de julio participamos con los amigos de La Luna Qué(los poetas Ricardo Rubio, Carlos Kuraiem y Andrés Utello)y la coordinación de Viviana Abnur, de Edita/2. Fue en el Centro de la Cooperación Floreal Gorini, sala Meyer Drubovsky. Muchas gracias por el convite. En foto, además de los mencionados, Julián Axat, Carlos Aprea, Carlos Aldazábal, Silvia Castro y Osvaldo. Un encuentro de poetas y editores independientes.
Edita/2: El jueves 14 de julio a las 19 hs., en el Centro de la Cooperación Floreal Gorini, sala Meyer Drubovsky (Avenida Corrientes 1543, CABA) y con la coordinación de Viviana Abnur, nos encontramos con los amigos de la editorial La Luna Qué (los poetas Ricardo Rubio, Carlos Kuraiem y Andrés Utello). Por Libros de la talita dorada vamos a estar: Julián Axat, Carlos Aprea y José María Pallaoro (io). Un encuentro de poetas y editores independientes.
Hay un juego que llaman El ahorcado. Simplemente, se necesita papel y lápiz y un otro para jugarlo. Pero estoy solo. Y aún así, contra el yo-el mismo, lo juego, catorce veces. Termino colgado, figuradamente, siempre, si no fuera por esa sombra que péndula, cada vez más lenta, más lenta, como una estampa pegajosa en la blanca y vacía pared.
El de las diez y cinco se suspende. Debo esperar el próximo tren. Lo mejor, comprar el diario para entretener el tiempo por falta del libro olvidado sobre la mesa. Pocos pasos me alejan del kiosco de revistas de la vieja estación. Miro. Los que suelo leer, como páginas de tiempo en diagonal, no existen, no están. Dejan uno o dos, dice el muchacho que me atiende. Ajá, digo yo, y con tono de cabalgata de hípico: Qué bueno que a las nueve de la mañana se esfume información del país real. Salvo estas altas pilas de papel que ni con una escoba nos animamos a tocar. Se ríe el muchacho del kiosco de revistas de la vieja estación. Es cierto, dice, es que editorializa también la cooperativa. Ajonjolí, digo, señalando con índice acusador al baño químico que cruza el Camino del Centenario, el que obsequia el diario del día a todo consumidor que lo solicita. Lava dinero, dice el muchacho. Alguna vez lo mismo se cruzó por mi cabeza. Tal vez no sea extraño lavar dinero en La Plata. Hace algunos años compré un lavarropa. Todavía no aprendí a usarlo. Lo que está y no se usa nos fulminará, tarareo. Antes (en verdad lo sigo haciendo) lavaba las telas íntimas en un balde con agua fría. Las remeras, las medias y los calzoncillos. Pero nunca se me ocurrió lavar dinero. Aunque alguna vez enjuagué remeras con billetes en los bolsillos. Por suerte, los pude recuperar. Los billetes, digo. Lavar dinero en serio, eso sí que nunca se me ocurrió. Soy un mal lavador. La ropa suele quedarme con pintitas blancas del jabón en polvo. A veces, el bonja escasea y las medias no huelen bien aunque se doren a la media sombra del sol. Lamento divagar estas cosas, por la sencilla razón de que olvidé guardar un libro en el bolso, y en el kiosco no están los diarios que quiero leer. Escucho entre el ruido, un tren que se acerca. Una hora y cinco hasta Constitución. Observaré por la ventanilla una minúscula parte del país, con la conciencia limpia remojándose en un balde con agua fría, y un manojo de jabón en polvo a la espera de una seca sin olores extraños, y de otros medios por venir.
Los hermanos Popó regurgitan sus panzas, con memorias, fotos que encuentran al azar (el azar es un barquito que los espera siempre en aguas cristalinas); puros, purísimos, fuman dulces el tabaco triste del caminar del país. Nunca superan el par de sus miserias, aunque se jactan de ser mucho más que dos. Cagan en diminutivo los hermanos Popó, y casi, casi, ni se notan esas cagaditas tan chic.
Temprano más que tarde escuchaba una canción de Peter Hammill.
Ahora voy por la autopista La Plata – Buenos Aires, y la tarareo antes de ingresar al primer peaje.
Mi inglés se quedó en los huesos de Benito Lynch, aunque conozco la piel por haberla leído en algún número del Expreso o en un libro de letras de rock. Es una bella historia.
Joni es profesora especializada en la poesía de William Carlos Williams y se le está venciendo, así lo canta el generador de invenciones, la fecha para ser mamá. Pasa el día corrigiendo cuadernos y carpetas, y en los ratos de la pura bondad milita en una agrupación social de base.
Brian no quiere surfear en las buenas vibraciones de Wilson, y le encantaría escribir poemas oscuros, misteriosos, conceptuales, como Nick Drake o Patti Smith. El pelo no lo lleva largo como años atrás y aún conserva la esperanza de ser un artista innovador y ecléctico. Lo vive intentando, siempre.
Pienso en la canción mientras trato de encontrar en algún bolsillo del vaquero un billete chico para seguir con buenos aires hacia un final que me gustaría fuese feliz.
El viernes 24 a media mañanita, junto al joven poeta Mariano Dubín, participaremos del Encuentro de Poesía en la Escuela de Enseñanza Media Nº 12 de la localidad vecina de Gonnet (el que suscribe habita, desde su nacimiento en otro siglo, en City Bell, lo que se dice al otro lado del arroyo). Leeremos poemas nuestros y de otros autores, y dialogaremos con los chicos de poesía, lo que no es poco. Gracias a los docentes organizadores: Paula Tomassoni, Laura Galeano y Crisólogo Bonavita Apestegui. Y larga vida a la poesía en los colegios.
Más adelante decís: cuando la noche caiga, las obligaciones, por un momento inmenso, serán relegadas. Lejos de la casa y de los afectos. Seguro: tu luz en mis ojos será única, como la verdadera dicha.
Manejas el ardor, los ojos, toqueteando, el silencio disimulado. Todo, vacío de contenido real. Tratas, una y otra vez, derrumbar lo que nunca se podrá. Razones y cuestiones desde tu propia acidia; la inmundicia acuna, y bebes. Leer la verdad, leer en tus ojos la borra del café, y se enfría sobre la mesa, y asquea.
Una manera de mirar el cielo es cerrando los ojos; y dejar, dejarse, en el verde y rojo océano, en el árbol enramado de sanguíneas vertientes, alocadas; y esperar, como un gato, un gato recién alimentado, el fértil ronroneo de tus cabellos.
“RADIO ESTACION SUR 91.7 pone al aire a JOSE MARIA PALLAORO para hablar de poesía y hacer CATARSIS - frecuencia alternativa. Hoy, jueves 23 hs. También se puede escuchar por www.radioestacionsur.org” Mensajes: 0221 482 3215 / 0221 482 3215 / MSN: catarsis@radioestacionsur.org / SMS: SUR(espacio)mensaje al 1919.
Gracias Miguel, Manuel y Mariano. Ahí estaré, casi a la hora de las brujas, silbando, con mis pelos al viento, pleno de color humano. ¡Sílbame, oh cabeza…!
Sílbame, Oh Cabeza!!! Para que mi música se mezcle con mis pelos y se ventile un poco nomás. ¿O es que acaso mi destino fue un recuerdo pensado y pasado en el pasado? Lo único que me queda sos vos mujer que has estado a mi lado. Y todavía aprieta en mi cuello tu ausencia y no puedo besarte en el cielo, porque estás en la tierra, un poco lejos nomás... Y como no quiero ahogarme extrañándote te doy mi amor con música...música...música... Hasta que te encuentre nena, hasta que te encuentre.
Hay un Día del Escritor, como así también un Día de la Madre, o tantos otros días “de”. No hay nada ideal. Pero los días, todos, deberían ser días “de”. Como bien suponemos, la “madre” de todo escritor es el lenguaje, la palabra. Y con ellas trabajamos, luego de correr de aquí para allá, haciendo otras tareas, otras cosas, la generalidad de las veces sobrellevando quehaceres que nada tienen que ver con la escritura. ¿Nada tienen que ver? ¿Es esto verdad? Sacar la basura al amanecer tres días a la semana; el tren que no llega nunca y esa hora y cinco hasta Constitución que nos hace pensar en buscar otro trabajo; juntar las hojas, casi secas, para acolchar el cantero que hicimos alrededor del jacarandá y que el invierno pase, pase sin herir las raíces; nunca, o casi nunca, estar con los amigos, con los seres queridos, que saben que la caída del sol es la hora de las lecturas, la oscuridad del intentar-ver qué hacemos con ese cúmulo de borradores, un libro que no termina de crecer. Tal vez eso sea escribir, no terminar de crecer, aunque las manos, las canas, las dolores digan todo lo contrario, aunque un fugaz conocimiento pareciera revelarlo todo.
Publicado hoy en diario “Diagonales” de La Plata. Imagen: Tapa LP “Desatormentándonos” de Pescado Rabioso, 1972.
Una fragancia violenta cruzó la frontera del país de nuestros cuerpos Calladita, se metió entre las sábanas, y te susurró a vos, y me susurró a mí, y el polvo se abismó dejando un tajo sin fin, sin fin
¿Has oído a Keith Jarrett alguna vez? Así me siento, como al comienzo de la primera parte del concierto de Colonia, el 24 de enero de 1975. Ya entenderás. Pero, ¿por qué no pensar que te acunaron con esa melodía?
¿Había balcón en tu departamento? Hace tanto tiempo que no sé. Ni de balcones, ni de flores, ni de mates a la orilla de la esquina del sol.
Los días pasan, muchísimos, y una cita sobre la que nada una pregunta sin decir se ahoga en otro equivocado piano que poco sabe de improvisaciones.
Del otro lado desciende el sol,
despacio, tibio. En el claroscuro del hogar, camina un aire íntimo a través de
las vacías ventanas. Este. Noroeste. El lenguaje huele a naranjas y moras y
voces que vendrán después. Hay un sentido. La joven, que mueve las manos en el
espesor de una balada interminable de Leonard Cohen, no sabe aún que su fuerza,
su belleza, respiran en sus ojos oscuros. La visita, para que no se congelen
los ríos, acomoda la espalda en el sillón inagotable de pañuelos y carpetas. Bovary
juega con una pelotita roja que una y otra vez derrota el viejo polvo de los
escaparates de lectura (hay una fotografía no revelada). La cita como
respuesta, el pensamiento de una felicidad que falta, intensa espera. Luego, el
atardecer donde la luna parecía apagarse perpetuamente. Que parecía, sí.
Iluminada de luna. Esa, única, tarde.